Para algunos, mucho llamó la atención que al día siguiente de la segunda vuelta presidencial de Brasil, el presidente López Obrador anunciara su llamada para felicitar al candidato ganador, Luiz Inácio Lula da Silva. No faltaron los memoriosos que recordaron que en 2020 tardó muchas semanas en felicitar al entonces candidato demócrata Joe Biden por su triunfo en la elección presidencial de los Estados Unidos.

Aunque parezca coincidencia, ambas elecciones tienen rasgos comunes. En ambos casos, los presidentes en funciones que buscaban la reelección resultaron derrotados: Donald Trump en los Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil.

Además, estos dos personajes que se presume son de derecha, han sido comparados con el presidente mexicano presuntamente de izquierda  por las políticas populistas que impulsaron durante sus gobiernos. Trump entonces y ahora Bolsonaro, se negaron a reconocer su derrota; esto también los hermana con López Obrador. Esta característica, además del presunto izquierdismo, también lo hermana con Lula. El brasileño ha sido cinco veces candidato presidencial: en las dos primeras perdió, en la tercera ganó la Presidencia y, al término de su primer mandato, fue reelecto. Ahora tendrá un tercer mandato a partir de esta reelección.

Más allá de estas similitudes resulta interesante poner en el tapete de la discusión el tipo de sistema electoral que priva en cada país. En Estados Unidos, como en el México del siglo XIX, las elecciones federales son organizadas por las autoridades de cada uno de los estados. En ese país no existe un padrón electoral nacional y las reglas de la competencia son dictadas por los congresos locales y aplicadas, a veces, con un evidente partidismo por los gobiernos estatales. No obstante, el sistema goza de legitimidad, aunque el sistema llegó a un límite peligroso cuando en enero de 2021 las huestes trumpistas intentaron tomar el Capitolio para interrumpir la sesión del Colegio Electoral que sanciona los resultados de la elección presidencial.

El sistema electoral brasileño tiene una conformación radicalmente distinta. Cuenta con una autoridad nacional que centraliza los procedimientos para preparar y desarrollar las elecciones federales y con autoridades electorales en cada uno de los estados. A partir del periodo de redemocratización en los años ochenta del Siglo XX, se decidió desarrollar y aplicar un instrumento electrónico de votación que ha logrado gran aceptación. El instrumento es administrado por el Tribunal Superior Electoral que es una especie de INE y TEPJF que, además de organizar las elecciones, conoce de las quejas y resuelve los conflictos.

A partir de la urna electrónica los resultados oficiales se dan a conocer la noche de la elección y los candidatos perdedores reconocen su derrota. En esta ocasión pareciera que Bolsonaro está dispuesto a seguir la ruta de Trump, desconociendo los resultados, pues incluso antes de las votaciones hizo señalamientos en el sentido de que las urnas electrónicas podrían estar siendo manipuladas para impedir su triunfo en la reelección.

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