La evolución humana ha estado siempre ligada a la innovación. La literatura universal ha descrito las grandes innovaciones que han marcado el curso de la historia; el internet, el automóvil o incluso la rueda son ejemplo de ello. Ejemplos de este tipo propician que en ocasiones la innovación se asocie a la tecnología. Sin embargo, la innovación es un concepto mucho más amplio y engloba conceptos como planificación, gestión y aplicación. Sin embargo, podemos definir de manera concreta el concepto de innovación como la introducción de un producto, proceso o método de comercialización, aplicado a las prácticas de negocio o a la organización del trabajo.

El proceso de innovar implica dos momentos; el momento en que se genera una idea y el momento en que la idea se lleva a la práctica; y difícilmente se puede hacer algo si se consideran por separado. Esta afirmación debe resultar obvia para empresarios y conocedores del tema, sin embargo resulta importante que se mencione y reconozca, porque así se podrá contribuir en la consolidación de cada vez más proyectos que surjan de una buena idea. En ese sentido resulta relevante reconocer que tener una idea no lo es todo, y aunque hoy en día esta actividad este sobrevalorada, siempre será necesario recordar lo importante de complementar el proceso de creación de ideas con la aplicación en el terreno práctico.

Sin embargo, la encandiladora luz de la innovación puede provocar pérdida de perspectiva en todos aquellos interesados en emprender. Por ejemplo, en la actualidad existe una visión predominante que cada vez pondera menos la importancia de concretar, y cada vez más la de tan sólo imaginar. Esta situación genera diversos momentos y escenas de frustración en aquellos que pretenden encontrar el éxito con tan sólo una buena idea.

La influencia de los medios de comunicación ha jugado un papel fundamental en la promoción de esta visión que disocia el imaginar del consolidar. Los sectores públicos y los privados han motivado y sobrevalorado con premios la visión de construir sólo con ideas. Por otro lado, la realidad económica que cada vez es más competitiva ha obligado a pensar negocios cada vez más creativos, aunque muchas veces también más alejados de las necesidades reales del mercado.

Ante esta situación vale la pena hacer énfasis en que innovar y emprender son actividades que deben estar relacionadas con el hacer y construir; ya que ni la innovación ni el emprendedurismo se sustentan sólo de pensar. Pensar y hacer son los dos momentos obligados que dan forma al proceso de innovación, aunque cada uno con sus métodos. En este mismo sentido, la disciplina desempeña un rol igual de importante, ya que será el camino responsable para que la creatividad se convierta en realidad.

Para evitar momentos de frustración y fuga de buenas ideas, resulta necesario que se fomente desde diversos espacios la formación y capacitación para todos aquellos interesados en emprender o echar a andar un negocio. Hacerlo así implicaría fomentar y contribuir en la instalación de cada vez más y mejores empresas, con lo cual se dinamizaría el mercado y se potencializaría la economía local.

Las cámaras empresariales tenemos mucho que hacer en la materia. Por ello desde Jóvenes Empresarios CANACO estamos trabajando en la generación de actividades que difundan y promuevan la innovación desde una visión responsable y con perspectiva. Lo hacemos así porque queremos contribuir en el fomento de una cultura emprendedora que beneficie a los jóvenes y a nuestro estado.

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