En las últimas cumbres internacionales a las que ha asistido, al presidente de México, Enrique Peña Nieto, se le acercan los otros mandatarios y líderes del mundo con un tema, que siempre es el primero en la conversación: Donald Trump.

Según sus allegados, algunos presidentes le expresan su solidaridad, otros lo compadecen, otros lo animan. Pero todos terminan preguntándole cómo le hace con su vecino, qué piensa de él, qué pasa por la cabeza de Trump.

El estadounidense, sobra decirlo, ha sacudido al mundo. Casi en todas las áreas, para mal. Y representa una encrucijada para quienes encabezan los gobiernos de todos los países. Conocedores de la vecindad de México, lo central que es para nuestra nación la relación con el vecino, y la andanada de amenazas y ataques que suele lanzar Trump hacia el sur, a los líderes mundiales les intriga cómo está sorteando Peña la tempestad.

Hace unos días, en la isla de Xiamen, en China, durante la más reciente cumbre a la que acudió el presidente de nuestro país, la de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) más invitados especiales (México, el más destacado entre ellos), trascendió que los mandatarios conversaron formal e informalmente sobre la crisis mundial que se ha desatado por las amenazas nucleares de Corea del Norte y, en menor escala, los arrojos dictatoriales en Venezuela.

La conversación fluyó en torno a cómo salir del problema. Entre los asistentes había dos figuras centrales cuando se habla de aproximarse a la solución de ambos conflictos. Los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de China, Xi Jinping, son aliados centrales —en lo político y en lo económico— del norcoreano Kim Jong-un y del venezolano Nicolás Maduro.

En distintas instancias internacionales, notablemente en la Organización de las Naciones Unidas, que tuve la oportunidad de visitar hace poco más de una semana (su sede está en Nueva York), me cuentan que China y Rusia han abogado por una salida política para los mandatarios de Corea del Norte y Venezuela, una ruta de escape que les haga sentir que no están siendo arrinconados y que no tienen mejor estrategia que seguir escalando sus conflictos.

Hay una diferencia entre ambos: lo de Norcorea es una amenaza a la seguridad internacional. En el caso venezolano, el matiz es que debe reinar el principio de autodeterminación de los pueblos. Incluso el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, distingue uno del otro: contra Corea del Norte la condena es contundente, brutal; hacia Venezuela es sólo preocupación y llamados al diálogo entre las dos partes.

Pero claro, en eso entra el factor Trump. ¿Cómo adivinar lo que está pensando? ¿Cómo saber si su pensamiento es estratégico? ¿Dónde empieza el berrinche y termina la táctica de negociación?

SACIAMORBOS. Cuando escuchemos las cifras de decenas de miles de despensas, miles de comidas, cientos de casas, no hay que olvidar que son dos y medio millones de ciudadanos afectados por el terremoto.

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