El diccionario Oxford del Español, define entre sus acepciones para la palabra VISIÓN, como la capacidad de comprender las cosas acertadamente de modo que es posible prever algunos acontecimientos, tomar decisiones acertadas, etc.

Desde hace varios años en el estado de Querétaro nos hemos enfrascado en una estéril búsqueda del gobierno que merecemos, recreando trianual o sexenalmente una anquilosada discusión que versa primero sobre los resultados del gobierno en turno y después sobre las propuestas, o más bien, sobre la popularidad de los aspirantes a sucederlo.

Y mientras otorgamos dignamente relucientes bonos democráticos a nuestros nuevos gobernantes, el estado avanza en algunos registros como en la materia económica, mientras decae estrepitosamente en otros como movilidad o seguridad. No logramos avanzar de manera integral.

Con lo que volvemos a reiniciar nuestros esfuerzos por un futuro mejor, de la mano de administraciones públicas que cada vez nos decepcionan más rápido, precisamente porque su creatividad electoral o su ejercicio de gobierno, no se ve traducida en una VISIÓN que supere el corto plazo, en una VISIÓN que invariablemente supere su efímero paso por el sector público y se transforme en un verdadero LEGADO para las generaciones venideras de queretanos.

Siempre queremos resolver la coyuntura, pero no nos detenemos a planificar la estructura, precisamente porque los políticos no solemos ver más allá del periodo de gobierno para el que fuimos electos.

Y la prueba contundente de ello, es que administraciones van y vienen en Querétaro, mientras que los temas de debate son los mismos: “Que si nos inundamos; que si cada día hay más tráfico; que si cada día tenemos menor seguridad… etc.”

¡Lo que no se ha entendido es que Querétaro cambió! Y aunque muchos creemos que para bien, no hemos sabido asimilar esta evolución de nuestro estado, que además de beneficios se acompaña de crecientes áreas de oportunidad a la vista de todos, lo que los economistas conocen como las externalidades negativas del pujante dinamismo económico que registramos.

En otras palabras, nuestra producción crece por encima de la media nacional, de igual manera atraemos inversión y/o generamos empleos; pero esa especie de bonanza estimula un flujo poblacional hacia nuestra entidad, por cierto aspiracional, que presiona la calidad de los servicios públicos, incrementa el tráfico o detona una mayor delincuencia, por ejemplo; lo que finalmente agudiza la situación de la población en situación de marginalidad que radica en la entidad.

La verdad es que no hemos sabido administrar nuestro crecimiento, y mucho de ello es por la limitada previsión de nuestros gobernantes, que junto con la población establecemos una especie de complicidad para así mantenerlo, sin una perspectiva, sin una visión que nos lleve en el largo plazo al desarrollo económico para todos los queretanos, sin distinción.

Debemos evitar cuanto antes entonces, el camino de la improvisación rumbo al desarrollo y establecer un piso inviolable en la planeación de nuestro querido estado, para que nuestros hijos realmente puedan disfrutar de un mejor porvenir.

Necesitamos blindar a Querétaro de políticas públicas, a veces ocurrencias gubernamentales de corto alcance, aunque a los políticos nos cueste todos los votos posibles.

Permítanme en posteriores entregas, continuar con las reflexiones que hoy como Senador de la República comparto con ustedes.

Senador de la República

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