No es extraño que Andrés Manuel López Obrador siga fijando agenda nacional, siempre ha sido experto en eso y hoy más que nunca con la etiqueta de presidente electo que está por otorgarle oficialmente el INE. Su más reciente anuncio fue que el presidente Peña Nieto enviará al Congreso la iniciativa para crear la Secretaría de Seguridad Pública, propuesta hecha por el tabasqueño en campaña y cuya titularidad ocupará Alfonso Durazo Montaño. Esto, en sí mismo, implicaría un reconocimiento tácito del fracaso de la estrategia de seguridad de un sexenio que aún no acaba, por parte de quien en su momento decidió que dicha Secretaría debía desaparecer.

Que haya una Secretaría de Seguridad no es algo nuevo, de hecho operaba hasta finales del 2012. Tampoco es la primera vez que un Presidente en funciones coopera con el electo para ir dando forma jurídica a su visión en materia de seguridad. Lo hizo Ernesto Zedillo después de la elección del 2000 como una cortesía para Vicente Fox, apoyando precisamente la creación de una nueva secretaría que encabezaría a la postre Alejandro Gertz Manero. Sin embargo, la tendencia del gobierno de Zedillo era ya hacia la centralización de las funciones policiales del país, en ese entonces, dispersas en varias dependencias, la creación de una secretaría de seguridad no contravenía su política sexenal sino que iba en la misma línea.

Para Enrique Peña Nieto, su equipo cercano y su visión de gobierno el caso es diametralmente opuesto al que se dio en el año 2000. El presidente Peña planteó como parte de su estrategia de seguridad la desaparición de la SSP, integrando sus funciones a Gobernación, de hecho trató de hacer lo mismo con la Secretaría de la Función Pública, que quedó por poco tiempo supeditada a la SHCP. Aunque en el camino dio marcha atrás cuando el tema de corrupción se volvió determinante en la agenda nacional ante las revelaciones de ilícitos ligados a personajes de la actual administración.

Se trata, sin duda, de un guiño político de un presidente saliente al entrante en lo que hasta ahora parece una tersa transición. Pero lo cierto es que para la actual administración no debe ser cosa menor presentar una iniciativa que revoca lo que hace 5 años era uno de los pilares de su política de seguridad; junto con la creación de una Gendarmería Nacional que nunca llegó a existir; y la determinación gubernamental de bajar el perfil mediático de la guerra contra la delincuencia organizada, pero que los hechos y el creciente conteo de muertes hicieron que volviera a ocupar las primeras planas de los periódicos. Será interesante ver si Miguel Ángel Osorio Chong, uno de los artífices de la desaparición de la SSP defenderá en la tribuna, ahora como senador, lo que ha dicho, en diversos medios, que volvería a hacer: borrarla.

Hay coincidencia de expertos en seguridad en que fue una mala idea reintegrar el manejo de la seguridad a Gobernación, aunque también es cierto que no hay datos duros que afirmen que la existencia de una secretaría especializada estuviera logrando mucho. El sexenio de mayor protagonismo y fondeo de la SSP, el de Felipe Calderón, fue sangriento, sólo superado por el actual. Hay quienes afirman que de haberse continuado con el trabajo de la secretaría, sus programas y sus actividades especializadas, hoy no estaríamos tan mal en esa lucha, que, en 27 entidades de 32, ha requerido la presencia del Ejército o la Marina. Pero esto es sólo un supuesto.

Alfonso Durazo, que ha tenido la confianza de personajes históricos de la política, como Luis Donaldo Colosio y Vicente Fox, será el titular de la SSP y tendrá en sus manos una de las tareas más complejas y de urgente resolución, la seguridad de los mexicanos, regresando al esquema inmediato anterior, una secretaría especializada que despolitizará la seguridad. ¿Funcionará? Los mexicanos esperamos que así sea.

Google News