La nueva reforma educativa aprobada recientemente durante el periodo extraordinario de sesiones del Congreso de la Unión, representa un avance comparado con la inmovilidad institucional que hubiera significado mantener en sus términos la reforma planteada por la administración pública federal anterior.

Se trata de un revitalizado esfuerzo donde se conservan y corrigen aspectos, que hoy avalan casi todos los grupos parlamentarios representados en las cámaras federales y en la mayoría de las legislaturas de los estados, inclusive del propio partido en el poder hasta antes de las elecciones del año pasado.

Entre las principales características de esta enmienda propuesta por el C. Presidente de la República, encontramos la eliminación de la excesiva evaluación a los maestros, que de acuerdo con el sentir mayoritario del magisterio se había traducido en una medida punitiva hacia los docentes que violentaba su derecho al trabajo.

La reforma reconoce así que las maestras y maestros contribuyen a la transformación social y que tienen derecho de acceder, primero que nada, a un sistema integral de formación, capacitación y actualización retroalimentado por evaluaciones sí, pero diagnósticas, para cumplir con los objetivos y propósitos del sistema wducativo nacional; todo bajo un entorno genérico de mejora continua de la educación y de fortalecimiento de las instituciones públicas de formación docente.

Pero la reforma va más allá y reconoce a la educación como un pilar para abatir la desigualdad y proporcionar las herramientas para erradicar los desequilibrios que causan la marginación. Señalando que la labor educativa es formativa de ciudadanía, con aspiraciones libertarias; por sobre la dominación de clases; y que aporta mecanismos para que todos alcancemos el bienestar.

Creando identidad y conciencia nacional, sin prejuicios, a través del carácter patriótico que la reforma brinda a la educación; dotando además a los participantes del proceso educativo de un espíritu crítico y consciente del entorno para poder mejorarlo.

Asimismo, se incorpora que el estado garantizará la educación en todos sus niveles, añadiendo específicamente la educación inicial y la educación superior; correspondiéndole además su rectoría, obligatoriedad, universalidad, siendo inclusiva, pública, gratuita y laica.

El estado priorizará también el interés superior de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en el acceso, permanencia y participación en los servicios educativos; además de que deberá garantizar que los materiales didácticos, la infraestructura educativa, su mantenimiento y las condiciones del entorno sean idóneos.

La reforma contempla que el contenido de los proyectos y programas educativos consideren las realidades y contextos regionales y locales, considerando además la educación plurilingüe e intercultural.

Del mismo modo se establece que los planes y programas de estudio tengan perspectiva de género y una orientación integral, por lo que se incluirá el conocimiento de las ciencias y humanidades; pero la educación se basará primordialmente en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas, con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva, añadiendo el respeto a las libertades, la cultura de paz, y la promoción de la honestidad y los valores.

Con la aprobación de la nueva reforma educativa podemos afirmar una vez más que las senadoras y los senadores de Morena, le hemos cumplido a México.

Senador de la República

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