El continuo fracaso del Cruz Azul lo sigue llevando a la desesperación total. Tal vez con la comodidad que representa contratar y contratar jugadores con dinero de una Cooperativa que se pelea todos los días por el control, la avaricia del poder da como resultado que en el futbol sigan actuando de forma sorprendente.

Presentarán a un juvenil, al portero Sebastián Jurado, de 23 años de edad. Hasta ahí, todo bien porque por primera vez en su economía del fracaso piensan y planifican a futuro. Se necesitaba un guardameta de calidad que supla a un símbolo como lo es y será José de Jesús Corona.

Pero luego se presentó en el aeropuerto de la Ciudad de México un jugador uruguayo de 28 años de edad, que ha pasado por 11 equipos en 11 años, de los cuales han sido por todo el mundo, Uruguay, Italia, Eslovenia, Rumania y que en sus últimos días jugó en Colombia, siendo desechado por Juan Carlos Osorio del Atlético Nacional. Se llama Pablo Daniel Cepellini Gatto y juega como media punta, y en su “glorioso” palmarés tiene 31 goles en 144 partidos. El único equipo en el que encontró regularidad fue en su natal Uruguay con el Boston River, equipo que nada tiene que ver con la tradición de éxito sudamericano.

Esto sigue oliendo a negocio, a no pensar en traer soluciones sino comisiones, y será parte de una larga lista de refuerzos pos-título, que en 22 años se compone de más de 90 futbolistas extranjeros, la mayoría un rotundo fracaso.

Porque lo que espera el aficionado del Cruz Azul como refuerzo es un mediocampista de contención y un delantero de capacidad comprobada. Cubrir estas dos posiciones no se ha convertido en una prioridad solamente de este torneo, sino desde hace un par, luego de que quienes han jugado en dichas posiciones, se han quedado muy lejos de llenar las expectativas que se generaron en torno a ellos.

No cabe duda que la salida de Iván Marcone, quien fue a Boca Juniors tras la final que perdieron ante el América, desnudó la incapacidad de todos los directivos involucrados en ese momento, para poder reaccionar ante una situación que no planearon; le inventaron posición a Lichnovsky, no encontraron a un sustituto eficiente y volvieron a comprar por capricho (en relación de la llegada de Stephen Eustaquio) del entrenador en turno. Es cierto que el portugués se lesionó, pero tampoco se veía como una solución al problema.

Y ahora, en medio de otra vorágine de polémica extra cancha y sin un director deportivo que sepa de futbol para evitar fallar en las contrataciones, trajeron a Cepellini, quien seguramente le hará  una buena compañía a Guillermo Pol Fernández en la banca o el palco, porque ninguno de los dos es lo que necesita este Cruz Azul, tan golpeado por los fracasos, las frustraciones y las molestias que han hecho pasar a su afición, seguidores que parece que entienden más lo que significan estos colores que los propios directivos, quienes en medio de sus problemas por temas de la cooperativa le dedican unos minutos al equipo de futbol, pero sin encontrar verdaderas soluciones.

@gvlo2008
gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

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