El 20 de enero Estados Unidos respiró hondo, el peligro de la tiranía se había ido. Un aire frío y limpio circuló en las escalinatas del Capitolio. Joe Biden y Kamala Harris representan una esperanza de renovación, una promesa para restaurar la democracia. La frase fue: “la democracia ha prevalecido”. ¿Hasta dónde es cierta la afirmación del nuevo presidente?

La invitación es para restaurar lo que se perdió en los últimos cuatro años. Sin embargo, el virus trumpista de la ultraderecha ha infectado al país y a otros gobiernos. La metáfora de la enfermedad se desdobla y un virus real ha detenido al mundo y en EU ya deja más muertes que las que tuvo ese país en la Segunda Guerra Mundial. Biden llama a la reconciliación, a la unidad, al respeto, a los valores para una convivencia democrática.

Desde el inicio Joe Biden marcó el nuevo rumbo y firmó 17 órdenes ejecutivas para distanciarse de su antecesor (New York Times, 20/1/2021). Es urgente dejar atrás la pesadilla. El lanzamiento de la estrategia empieza con el operativo en contra del Covid-19. La medicina contra el virus trumpista será fuerte: combatir con todo la pandemia, regresar a la Organización Mundial de la Salud, usar mascarillas y hacer un esfuerzo extraordinario para vacunar a un millón de personas diariamente. La ciencia por delante y todos los recursos del Estado para enfrentar al mortal virus.

La inmigración es un fenómeno muy complejo y hay que tratarlo con mucho cuidado y alejarse de las medidas prohibicionistas que definen y hermanan a la ultraderecha en EU y en Europa. Biden puso en marcha un conjunto de medidas sobre la inmigración. Restableció el programa de los dreamers, que se originó durante la administración de Obama. Estableció el fin a las restricciones y prohibiciones a países musulmanes para viajar a Estados Unidos. Empezó la ruta de una reforma migratoria y detuvo la construcción del muro en la frontera de muestro país. Paró la deportación de los sin papeles. Todas son decisiones para celebrar. El viernes 22 hablaron AMLO y Biden sobre los problemas de la inmigración.

Biden está convencido de que el cambio climático es real y hay que tomárselo muy en serio. Basta del negacionismo perverso que predicó su antecesor. De forma inmediata Estados Unidos regresó al Acuerdo de París. Se revocó el permiso del oleoducto Keystone XL y se volvieron a establecer los estándares para cuidar la emisión en los vehículos. Después de cuatro años perdidos con el trumpismo, regresan los aires de cuidado ambiental con el gobierno demócrata.

El nuevo presidente puso en operación una serie de políticas para detener el racismo y la discriminación que ejerce el supremacismo blanco, como terminar con la Comisión 1776 que abiertamente distorsiona el papel que tuvo la esclavitud. Revoca las limitaciones que se pusieron a la diversidad y a inclusión de minorías. El ambiente del 20 de enero tuvo como mensaje la pluralidad, lo cual queda bien expresada en el gabinete de Biden, que además de su profesionalismo, es diverso.

Al mismo tiempo, hay un paquete económico que fue anunciado desde antes de llegar al gobierno: 1.9 billones de dólares para hacer transferencias directas a hogares con menos recursos y otorgamiento de créditos; seguro de desempleo; inversión en escuelas; aumento del salario mínimo a 15 dólares por hora; recursos para apoyar a los estados y comunidades; permisos con goce de sueldos y una inversión importante en salud pública. Además de detener desalojos y cancelar deudas estudiantiles. (New York Times, 15/1/2021). Hay una voluntad política para rescatar la economía del país y para proteger a los grupos más vulnerables.

Se verá muy pronto qué tanto y a qué ritmo empieza a cambiar el ambiente y el ánimo con estos decretos presidenciales. En las palabras del poema de Amada Gorman, uno de los mejores momentos de ese 20 de enero, queda esa imagen de que la “nación no está rota, sino inacabada”, quizá como la democracia que “prevaleció” a pesar de los intentos trumpistas por destruirla…

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