-Abuelito, te tengo dos noticias: una buena y una mala. ¿Cuál quieres primero?
—Pues ya sabes que sólo quiero la buena. La mala, ni la menciones.
—¡No, abuelito! El juego no es así, tienes que decirme que primero la mala 
y después la buena.
—Bueno, entonces si vas a hacer lo que se te da tu regalada gana, pues dame la mala, y ya.
—Pues resulta que en Malasia, ¿si sabes dónde se encuentra?
—Sí, en el continente asiático, al sur de Asia. Anda cerquita de Indonesia, Tailandia y Singapur. Allá la homosexualidad está prohibida.
—Pues justo ese es el tema del que se trata la noticia mala: hace unos días, castigaron a latigazos a dos lesbianas por haberlas encontrado besándose en el interior de su auto. ¿Por qué no dices nada? 
—Estoy tratando de controlar mi enojo. ¡Las hacen sufrir doblemente por ser lesbianas!
—Bueno, es que, como tú dijiste: allá la homosexualidad está penada. 
—Sí, la diferencia es que los hombres homosexuales, sólo sufren por ser homosexuales. En un mundo de hombres, tanto las reglas como sus excepciones, las deciden ellos. Mientras que las mujeres primero sufren por vivir en ese mundo de hombres y además, por sentir amor por otra mujer. 
—Ya entendí. Pero, ¿sabes qué, abuelito? Lo que más me molestó de la noticia, fue que, asegurando que lo manda la Ley Islámica, trataron de justificar el castigo, jurando que “no se pretendía torturar 
o herir”; que tenía que llevarse a cabo como una lección a la humanidad. Con ese pretexto ¡las azotaron en una plaza pública frente a más de 100 personas! En las fotografías sólo se ven caras de hombres y de uno en particular, ¡todo agachado tratando de ver el rostro de una de las muchachas!
—Me da gusto que te indignes ante actos salvajes como este.
—Abuelito, ¡no hay otra manera de reaccionar! Además, no me parece que sólo se trate de un acto “salvaje”, estoy convencido de que ¡es un acto criminal!
—Sí, tienes toda la razón. A ver, ahora dime, ¿cuál es la noticia buena?
—Ay, ya ni ganas tengo de contártela…
—Respira profundo tres veces, y me la cuentas.
—Pues resulta que, ¿si sabes dónde está India?
—Hoy andas muy asiático. Y sí, si sé dónde está la India. De hecho, a la India y a Malasia las separa el Golfo de Bengala. Podríamos decir que son vecinas de mapa.
—Eso no lo sabía. El asunto es que en la India ¡las relaciones homosexuales ya no son un crimen! 
—¿Ya no están penadas?
—¡No! Mira, la noticia dice: “En un hecho histórico, el Tribunal Supremo de la India, anuló una sentencia, con 155 años de vigencia, y que clasificaba las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo como algo ‘contra natura’ y que había que castigar, siendo esta ley una de las más antiguas del mundo, la cual ya había sido anulada en 2009, pero restituida en 2013, después de que varios grupos políticos, sociales y religiosos pidieran su restauración”.
—¡Ese es el meollo del asunto! ¡No podemos permitir que se pierdan este tipo de logros sociales! No podemos dormirnos en nuestros laureles, y pensar que si ya se obtuvo algo en beneficio del sector lésbico-gay-bisexual-trans, ¡los sectores conservadores de la sociedad, se van a quedar con los brazos cruzados! ¡No! Ellos son capaces de todo para seguir negándonos nuestros derechos.
—¡Abuelito!, ¡ese es otro motivo para marchar! ¡Para continuar defendiendo nuestros derechos ya obtenidos!
—Así es, hijo. Por lo cual, no sólo debemos promover la Marcha del Orgullo, si no emprender otro tipo de acciones sociales para refrendar lo ganado, e ir obteniendo poco a poco lo que, por ley, nos corresponde.


¡Vayamos preparando la Marcha del 2019!

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