Sean sinceros: hoy que es 16 de septiembre, día de la patria y final de un épico puente, no me van a leer. Y si me leen, no van a querer que les cuente sobre los 3100 asesinados de agosto, las fosas de Zapopán, la masacre de Coyuca o la batalla entre narcos y autodefensas en Tepalcatepec. Tampoco van a querer dedicar mucho tiempo y neurona a algún tema presupuestal o a alguna reflexión sobre la ubicación administrativa de la Guardia Nacional.

Y, en reciprocidad por su franqueza, voy a ser honesto y confesarles que yo tampoco tengo hoy muchas ganas de escribir sobre nada de lo anterior.

Así que mejor les dejo algo que escribí hace unos años (sí, es un autofusil descarado), una lista personal sobre lo que quiero y odio de este país, actualizada y renovada para que luego no digan que solo hago un ejercicio de cortar y pegar.

De México odio:

1. La inmovilidad social, el hecho aborrecible de que la gran mayoría de los mexicanos vamos a morir en el mismo escalón social donde nacimos.

2. Los mafiosos de Michoacán y Jalisco y Guanajuato y Sinaloa y tantos lugares más.

3. Casi todo lo relacionado con el sistema de justicia: la indiferencia del ministerio público, la desidia de muchos jueces, la tortura en los separos, el infierno de las prisiones.

4. La manía de dedicar 20 minutos de cualquier discurso a reconocer la presencia de todo mundo y su tía (gobernadores, alcaldes, diputados, senadores, ministros de la Suprema Corte, miembros de los medios de comunicación, integrantes del cuerpo diplomático, etc.).

5. Las ciudades planas, expansivas, inhumanas.

6. La indiferencia ante la muerte, la tolerancia ante la violencia, la estadística de homicidios, saber que un mexicano es asesinado cada 14 minutos.

7. Los títulos en español que los distribuidores le ponen a las películas de Hollywood (ejemplo, si la película es romántica, se le pone un título con las palabras “fuerza” o “amor” o, mejor aún, “la fuerza del amor”. Si es de acción y sucede en una ciudad, acabamos como “Furia en las calles”).

8. El racismo, embozado o manifiesto, el clasismo descarado, la misoginia soterrada o explícita

9. El Monumento a la Raza, la Fuente de Petróleos y, en general, el arte escultórico del alto priísmo.

10. El desprecio por los consumidores, el mal servicio como política sistemática de demasiadas empresas.

11. La agresiva estupidez de las redes sociales

12. La pancita, en cualquiera de sus formas.

13. La mayoría de los conductores de automóvil (me incluyo en ese número).

De México amo:

1. La impresionante generosidad de millones, el espíritu de septiembre de 1985 y 2017.

2. Las jacarandas en marzo.

3. La capacidad para del país reírse de sí mismo, para no tomarse demasiado en serio, para producir a un Jorge Ibargüengoitia, un Carlos Monsivaís o un Germán Dehesa.

4. Palenque envuelto en neblina y Teotihuacán inundado de sol.

5. El heroísmo de Tijuana, Salamanca, Ciudad Juárez, Reynosa y tantas otras ciudades que viven y hasta prosperan a pesar de niveles intolerables de violencia.

6. La alucinante capacidad para el trabajo de la mayoría de sus habitantes.

7. Todo lo que nos queda del barroco, con un lugar especial para Santo Domingo en Oaxaca y la Capilla del Rosario en Puebla.

8. Los problemas que sí se resuelven, casi sin darnos cuenta (vean, por ejemplo, las estadísticas de mortalidad infantil de los últimos 25 años).

9. El hecho sorprendente de que más de un millón de personas, sin pago alguno, sin más recompensa que saberse buen ciudadano, ayuda cada tres años a organizar las elecciones.

10. La calle de Madero, peatonalizada, revitalizada.

11. Las tlayudas con asiento.

12. El tozudo idealismo de muchísimos.

Felices fiestas patrias.

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