Pensemos en Pancho X, es un hombre de 45 años, empezó desde abajo, sus padres hicieron grandes sacrificios para que terminara la Universidad, fue el primer graduado de la familia y empezó a trabajar desde mucho antes de terminar la carrera.

Pancho, tiempo después, obtuvo un cargo en el gobierno, terminó una maestría y luego un doctorado que estudió en sus escasos ratos libres. Fue un gran esfuerzo, tuvo que renunciar a los tiempos de calidad con su pareja y con su familia pero, al final, logró su meta.

Pancho tiene hijos, van en colegios privados, paga colegiaturas y también paga una hipoteca en la Ciudad de México, debe 3 millones de un modesto departamento de clase media en una zona céntrica de la capital, debe su auto, debe un préstamo y debe sus tres tarjetas de crédito, todo lo paga con gran puntualidad.

Pancho gana, como personal de confianza en una Secretaría de Estado, un poco más de  $80,000 pesos al mes, podría ganar más en el sector privado pero se siente cómodo en el servicio público, siente satisfacción de su trabajo que ha generado beneficios para la gente.

Pancho trabaja muchas horas por semana, a veces tiene que regresar a la oficina para atender casos de emergencia que parecen ser una constante en el servicio público, nunca cobra horas extras y sus derechos laborales son muy limitados: no genera antigüedad ni puede alegar que tal o cual cosa no está dentro de su “contrato colectivo”,  más bien su objetivo pasa por una finalidad única: obtener buenos resultados.

A veces, muchas, las más, trabajará unas 10 horas. Otras, las menos, no llegará a 6. Nunca checa tarjeta, su ingreso, sus ochenta mil pesos, dependen de los resultados que refleje en su área.

Pancho no puede mudarse de ciudad, sus hijos y su pareja están felices con su vida actual, no quiere perder su inversión en la capital y tampoco quiere renunciar a dejar de percibir, de la noche a la mañana, el 10% o el 20% o hasta más porción de su ingreso, Pancho piensa que no es justo.

Pancho aguanta hasta donde puede, fueron dos años complicados, se despide de una vida en el servicio público sin una liquidación, sin jugosas prestaciones. Tiene ya 47 años, el sector privado no lo aprecia como debería y le castiga su ingreso, hay muchos más en su situación, lo discriminan por su edad y por su condición de “ex burócrata”.

De los ochenta mil pesos al mes que percibía hoy apenas y llega a los 40 mil.

Pancho no era del PRI ni del PAN pero trabajó con ambos gobiernos, nunca robó nada, de hecho su trabajo fue reconocido a nivel internacional, fue un gran servidor público, un gran personal de confianza… Fue y no lo será más.

Pancho no puede quejarse públicamente pues inmediatamente termina señalado de vil corrupto que perdió las canonjías y prebendas que mamaba del pueblo bueno.

Pensemos en Pancho X, al fin y al cabo no existe… Ni existirá, ¿verdad?

DE COLOFÓN.— Fue una pifia grave que el Papa corrigiera la plana al equipo de AMLO sobre su participación en los foros para la paz. Sin embargo, Loretta Ortiz reaccionó a tiempo y asumió públicamente el error, ¡bravo por dar la cara!, dice que van intentar convencer al Santo Padre y que, al menos, los enviados, sí participarán.

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