Hoy se cumple una semana de la muerte de un taurino que lo llevaba en las entrañas, un taurino con conocimiento de la fiesta, un taurino que se emocionaba al hablar de toros, un taurino que abrió las puertas para la difusión, un taurino que fue amigo de grandes maestros toreros, un taurino que será complicado remplazar, un taurino de veinticuatro horas. Se fue el licenciado Jacobo Zabludovsky.

En repetidas entrevistas el Licenciado como bastantes lo conocían cuenta que su afición a los toros nació en la vecindad del famosos barrio de La Merced donde más de uno se creía torero y le hacía de catrín. A la edad de 8 años el portero de su vecindad lo llevó a una corrida de reses bravas, cuenta que su primer plaza a la que lo llevaron fue a la de La Condesa, recuerda con gran nostalgia los jueves taurinos, donde le tocó ver a grandes toreros con faenas como la de “Armillita” con “Clarinero” o Silverio con “Tanguito”.

Zablodovsky entendía al toreo como un arte y comprendía que ponerse a una res de más de 500 kilos de peso genera miedo, él decía que el miedo era natural que era claro que todos los toreros sentían el miedo pero lo que hacía llenar las plazas era como enfrentaban ese miedo y lo convertían en arte al dar una “Verónica” una “Chicuelina” emocionando a la gente que pagaba su boleto para verlos.

Jacobo a lo largo de su carrera periodística tuvo mucho poder que aunque para muchos ese poder era malo supo aprovecharlo para abrir puertas tanto para dar a conocer toreros nuevos, como a figuras consagradas, mismas que buscaban llegar al noticiero de 24 horas ya sea para hablar de sus aspiraciones como matadores de toros o alguno para lanzarse a la política como el mismo Silverio Pérez, que recuerda invitó al “Licenciado” a la inauguración de su estatua en Texcoco siendo un trampolín para incursionar en la política, ante esto Jacobo decía que no era malo que figuras ajenas a la administración pública se integraran a esto ya que quisiera ver a los presidentes ponerse al escrutinio de público como lo hacen los toreros en la Plaza de toros.

Un Zabludovsky que se refería a Manolete como el torero más impresionante que él haya visto por su solemnidad, porque hacía pasar a los toros que no tenían ni un solo paso, según él era un torero único y vaya que si estamos hablando de uno de los mejores en la historia de la tauromaquía.

De los toreros actuales hablaba maravillas de “El Juli”, del extraordinario José Tomás de Enrique Ponce y hasta del pequeño genio del toreo -como yo lo llamó- Eloy Cavazos, siempre con una sonrisa y con añoranzas de ver buenos toros el licenciado Zabludovsky. Jacobo solo esperaba que las nuevas generaciones de toreros generen polémica, que el público tuviera de que hablar al día siguiente en las oficinas, que dividan opiniones porque esa es la mejor manera de mantener viva a la fiesta.

Creo que todo esto se quedaba corto al hablar del cronismo taurino, pues Jacobo comentaba que le gustaba escuchar los corridas con Pepe Alameda o Paco Malgesto pues le imprimían un sabor que te hacían imaginar lo que ellos estaban viendo. No puedo dejar de mencionar a entonces “Joven Murrieta”  quien era la mano derecha en deportes y por supuesto al hablar de toros. No por nada la sección se llamaba “Toros y los deportes” echando siempre por delante a la fiesta. La amistad con Heriberto Murrieta de quien Jacobo siempre se dirigió como un joven que lo recibió como niño que aprendió a madurar de una manera envidiable por esfuerzo, estudio, credibilidad a través de su honradez, y es que es aquí donde se puede triunfar en un medio tan competido como el de las comunicaciones, echándole pasión a los que nos gusta y sobre todo teniendo el conocimiento. Si bien todos peleamos por tener la mejor información o la mejor opinión nadie tiene la verdad absoluta y menos en el toreo donde para unos se debe premiar la faena con rabo y para otros una simple salida al tercio. Decía Jacobo Zabludovsky que un cronista debe de saber de toros, tener ingenio para que este se una a la cultura y sobre todo que se haga una crítica seria y honesta.

Este tipo de valores considero son lo que nos deja un taurino amante del tango y de la información. Un taurino de 24 horas. Gracias, Licenciado Zabludovsky

Espero sus comentarios a @olmochato

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