No cabe duda que nuestra capacidad de asombro ante la realidad del mundo que hoy vivimos es cada vez menor con respecto a temas tecnológicos, sociales, de crimen organizado y tantos casos de corrupción que, sin lugar a dudas, han sido parte del desencanto de la alternancia democrática de los últimos 20 años.

Estoy consciente de los errores que hemos cometido, y lo digo en plural porque la responsabilidad no recae sólo en los partidos políticos, recae en todos por la falta de participación ciudadana ante tantos e imperdonables casos de corrupción.  Tenemos que entender que todos somos parte del problema y, al mismo tiempo, parte de la solución y ésta no sólo se va a dar únicamente con el resultado del día de las elecciones, porque  no podemos dejar toda la responsabilidad de nuestro destino, seguridad y bienestar en manos de aquellos que elegimos.

¿Por qué digo esto? Porque ahora nos dicen que a partir del 1 de diciembre nuestro país entrará a nueva etapa: la llamada “cuarta transformación”, que el nuevo gobierno federal pretende situar al nivel de otros tres momentos clave de la historia de México: la lucha de Independencia, la Reforma o la misma Revolución de 1910, argumentando que esta cuarta transformación llevará a cabo un profundo cambio encabezado por un Presidente electo, quien desde el primero de julio parece que ya estuviera en funciones.

En este tenor, en el caso del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) se está proponiendo un mecanismo de consulta a modo, poco serio y poco transparente que definitivamente carece de un valor jurídico que lo pueda hacer vinculante más que sólo por la voluntad del Ejecutivo.

Y lo digo porque para que un proyecto de esta magnitud sea exitoso, sin lugar a dudas,  debe de prever el impacto social, y antes de eso considerar la viabilidad técnica. En este punto, por cierto, tanto la consultora internacional MITRE como la Organización de Aviación Civil (OACI) ya determinaron la viabilidad técnica del proyecto de Texcoco  e incluso el Colegio de Ingenieros informó que la construcción en Texcoco es donde menor inversión se requiere. No existe un dictamen técnico que nos hable las ventajas o desventajas de la opción de Santa Lucía, sin embargo, sí hay dictámenes, como el de Colegios de Ingenieros de México, que muestran que no es viable la opción de Santa Lucía con el actual aeropuerto y subraya que el lugar idóneo es Texcoco.

En cuanto al aspecto económico, mucho se ha dicho que la inversión que actualmente se destina al NAICM rebasa los 25 mil millones. Pero lo preocupante es que ya existen licitaciones públicas y contratos otorgados conforme a la ley, en donde empresas extranjeras y el gobierno federal ya se han comprometido por más de 120 mil millones de pesos.

Debemos recordar que no importa quien encabece el gobierno en turno. Se deben honrar los compromisos hechos por las administraciones anteriores y es importante alertar sobre lo que pasaría si no se cumple con las penas convencionales, el descrédito que esto ocasionaría y la falta de certidumbre que la situación generaría. Ello, es indudable, resultaría en una pérdida invaluable de la credibilidad que tantos años ha costado mantener al país.

Con la realización de esta consulta, hay que advertir que lo más peligroso es que esto pueda ser el inicio de una política pública populista con tintes autoritarios en la cual la voluntad del Presidente se imponga, porque una cosa es clara: quienes están organizando este presunto ejercicio democrático ya tienen desde hoy el resultado.

Ello nos hace creer que se trata simplemente de una forma perversa de manipulación y nos lleva a realizar las siguientes preguntas: ¿por qué esta consulta se hace sin la intervención de autoridades electorales? ¿Por qué no hacerla como lo marca la ley? ¿Cuáles son los elementos que definen que esta consulta si es realmente necesaria? ¿Por qué no se realiza una consulta en el caso del Tren Maya, pese a que con ese proyecto los pueblos indígenas podrían ser afectados?

Estos cuestionamientos nos dejan ver claramente la forma tan sesgada en que se está llevando a cabo el procedimiento.Y una pregunta más: ¿Será parte de la cuarta transformación la revocación de mandato que, como hemos visto en otros países, se trata de una manipulación perversa para mantenerse en el poder?

Desde este espacio que me brinda EL UNIVERSAL, y con la información que poseo, me inclino por Texcoco. Si no fuera así y el proyecto se llega a cancelar, insisto, sería marcar un grave precedente para el país ya que el mensaje que mandaríamos al mundo sería el presagio de un mal gobierno que no tiene clara la idea de lo que es gobernar y no habría duda que la llamada cuarta transformación está basada en una malformación del país que tiene muchos desafíos. Un claro ejemplo de esta malformación ha sido politizar lo que es un asunto meramente técnico.

La buena: si la opción que gana es Santa Lucía toda la carga se iría a Querétaro, lo cual incrementaría el volumen de carga para el estado.

La mala: pase lo que pase el mensaje ya es malo. 
 
La peor: ellos saben la respuesta y las consecuencias, pero poco les importa.
Senador de la República

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