Sobre la polémica desatada por Donald Trump contra el cineasta Alejandro González Iñárritu, yo digo que el gringo gaste unos pocos dólares de sus muchos millones que tiene para comprar un peluquín, porque eso de echarse las greñas a la frente se ve mal y asusta a los niños en la calle.
Sobre los comentarios del magnate tengo mis “asegunes”: ¿por qué habla el señor sobre ese mexicano “que se lleva todo el oro” durante la ceremonia en el teatro Dolby de los Ángeles como si “El Negro” no estuviera ganando una estatuilla sino robando un banco?
Una precisión. Trump no representa al sector conservador, porque ningún ciudadano respetable sale a decir tantas tonterías por minuto, y porque hasta en eso son conservadores.
Sobre Alejandro González Iñárritu en la entrega de los premios Oscar. El hecho de dedicarle un segundo a “los mexicanos que viven en México” fue muy acertado, pero no suficiente.
Decir eso del “gobierno que nos merecemos”, está bien; defender a los migrantes en un país de migrantes también está muy bien; pero al cineasta se le olvidaron los 43 de Ayotzinapa, el caso Tlatlaya, las fosas con cientos de cadáveres en Guerrero que fueron hallados sin querer queriendo.
Se le olvidó a “El Negro” la Casa Blanca, las cuentas de funcionarios mexicanos en Suiza y demás casos de corrupción que se han hecho públicos en este país, asunto que incluso asustó al Papa Francisco, quien es argentino y ellos sí saben de corruptelas.
¿Que si era el escenario y el momento adecuado para dar una proclama más enérgica sobre la actual situación de México? Si lo era, 87 millones de telespectadores de todo el mundo no son poca cosa.
Además, minutos antes See Graham Moore, guionista de The Imitation Game admitió ser “un raro” que se quiso suicidar e hizo un llamado a “todos los raros” del mundo para que no sintieran solo; y por “raro” entiéndase lo que se tenga que entender.
El tema “Glory” de la película Selma, sobre Martin Luther King, casi hace llorar a los presentes y Oprah Winfrey, activista y defensora de la causa, no cabía en su apretado corpiño de la emoción y poco faltó para que levantara el puño del Black Power.
No sólo fue la más mexicana de las entregas de premios Oscar, fue también una de las más politizadas y era el momento adecuado para levantar la voz por México con un poco más de ganitas.
Pero tampoco seamos tan insensatos y pensemos que luego de ganar varios premios con una película compleja y nada complaciente, a mí también se me hubiera olvidado el español, como al cine-fotógrafo Emmanuel Lubezky. Y ultimadamente era la fiesta del “Chivo” y de “El Negro” y podían hacer y decir lo que se les viniera en gana, porque ellos fueron los héroes de la película “¡papa!”
Aclaro que si bien tengo diferencias con el cine de González Iñárritu, no muchas, Birdman es su película más lograda y la mejor hasta el momento, pero no la que más me gusta.
Aclaro que el Oscar no es un premio de excelencia, sino un reconocimiento de un país, de una Academia y de una industria. Pero que se tome en cuenta también que el cine nacional tiene lugar VIP en festivales igual de importantes, como Cannes, Venecia, Berlín y anexas.
Que no se olvide, además, que los premios a los mexicanos llegan al mismo tiempo el sector del cine nacional está viviendo una seria crisis presupuestal.
Podemos presumir que el fotógrafo más importante del mundo es mexicano y que el “Chivo” fue premiado dos veces por hacer lo mismo en dos películas distintas.
Que Alejandro González Iñárritu y Alfonso Cuarón han hecho historia en los premios Oscar y en Hollywood al ganar, dos mexicanos, en dos años consecutivos, la estatuilla al Mejor Director. FIN