En 1949, Fernand Braudel publicó El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. En ese libro incorporó un nuevo elemento al entendimiento histórico: la geografía. Con ello revolucionó la forma en la que entendemos el mundo y demostró lo que muchos grandes estrategas de la historia ya habían intuido: el territorio y su geografía son fundamentales en la historia de la humanidad. Por ello, para entender Siria, entendamos el mapa.

Siria tiene dos grandes problemas: su falta de cohesión interna y su vecindad con poderes más fuertes que ella. La falta de cohesión interna se explica por su orografía. Al este, el desierto presenta pocas posibilidades de poblamiento; al norte, el Eufrates queda muy lejos del Mediterráneo y a escasos kilómetros de su costa; varias cordilleras vuelven el tránsito complicado. Esta compleja geografía ha favorecido el desarrollo de grupos culturales separados y muchas veces enemistados: kurdos, cristianos, alauitas, suníes y chiíes, todos conviven y compiten en Siria. A esto hay que agregar una vecindad complicada: Turquía, Irán e Israel son las grandes potencias de la región y entre las tres rodean el territorio sirio. Para ellos Siria funciona como amortiguamiento; a ninguno de los tres poderes les conviene un gobierno hostil en Siria, por eso buscan controlar lo que ahí sucede.

El Mediterráneo: Quizás la falla más importante de los analistas políticos contemporáneos es que han olvidado la importancia del mar. El comercio y la guerra son más sencillos y baratos por mar que por tierra o aire. Por eso alrededor del 90% del comercio internacional es marítimo; por eso nunca ha habido una potencia mundial sin acceso a los mares. Irán y Catar son grandes productores de gas y quieren competir por el mercado europeo, pero para ello sus tuberías tienen que llegar al mediterráneo. La ruta de acceso más plausible es atravesando Siria. Europa por un lado y Rusia e Irán por el otro luchan por el control de Siria y con ello el acceso de las tuberías al mediterráneo.

Rusia: Además del gas, los rusos tienen su única base naval con acceso al Mediterráneo en el puerto sirio de Tartus. Aunque ésta no es de amplio alcance, permite a los rusos tener presencia en el Mediterráneo sin tener que atravesar el Bósforo, que está bajo control de Turquía, miembro de la OTAN. Rusia tiene problemas severos de acceso al mar. Esto le impide una posición comercial y militar ventajosa, pero, sobre todo, pone en riesgo su seguridad nacional.

EUA: Estados Unidos tiene varios intereses en la zona; el primero es debilitar a Rusia y su control sobre el gobierno sirio. Lograrlo tendría una doble repercusión: la posibilidad de una Siria aliada y el anhelado acceso al mediterráneo para el gas natural o cambiar el balance político de la región, debilitando a Rusia y afirmando su poder en Medio Oriente. El conflicto en Ucrania demostró que Washington entiende cuáles son los límites de su beligerancia, pero Siria está suficientemente lejos de Moscú como para permitir a EUA demostrarle a Putin que tiene la capacidad de reacción ante el avance del Kremlin.

Entender la geopolítica de la región nos ayuda a explicar por qué el conflicto en Siria ha durado tanto: Siria es geopolíticamente estratégica e internamente vulnerable. Hoy en Siria hay demasiado en juego y nadie puede darse el lujo de dar marcha atrás. Muchos análisis de la guerra en Siria sobre-enfatizan el aspecto político interno. Algunos sugieren que se trata de una lucha entre al-Ásad, el Estado islámico y algunos grupos rebeldes; otros hablan de la democratización del país. En el contexto geopolítico amplio, dichos actores son sólo los peones de un conflicto más grande. Echar un vistazo a un mapa nos da los elementos para inferir que, con al-Ásad o sin él, con Estado Islámico o sin él, en Siria habrá conflicto durante mucho tiempo.

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