El caso que quiero compartir hoy es el de una mujer que se encontraba acostada y jugaba con sus hijos que estaban brincando en la cama, cuando de repente uno de los pequeños cayó golpeándola en el esternón, que es el hueso duro y plano que se siente justo en el centro del pectoral, que además es paralelo al esófago (por donde pasa la comida) y tráquea (por donde pasa el aire), y protege a los pulmones y corazón.

Percibió cómo el aire se le salió y empezó a sentir dolor en el pecho, apenas y podía aspirar aire al cuerpo, porque el dolor era muy fuerte y luego su temperatura comenzó a subir. Hasta cierto punto, este tipo de sintomatología es normal, debido a la posición que ocupa y para lo que está diseñado este hueso, además de que la articulación (unión entre dos o más huesos) que tenemos entre éste y las costillas es de tipo cartilaginosa, lo que significa que es muy poco móvil y su consistencia es bastante dura; une al hueso con las costillas y les permite ser móviles, no tanto como una rodilla, pero sí lo suficiente para poder respirar y al mismo tiempo proteger, por eso cuando nos rompemos las costillas, el esternón o se sufre algún daño en esta parte del cuerpo, la reacción es de mucho dolor.

Le pedí una radiografía y encontré que había una pequeña lesión, por lo que fue a ver al especialista para revisarla de pies a cabeza, y le mandó reposo y terapia, pero no le encontraban la fuente de la descompensación en la temperatura, y no cedía. El especialista le recetó un antibiótico de tipo general y medicamento para bajar la temperatura, pero una semana después seguía igual, fue entonces que le hicieron las pruebas de tomografía con contraste y encontraron que efectivamente había una pequeña lesión en el pulmón. Le cambiaron los medicamentos y seguimos con su terapia, ahora ya está dada de alta.

Quiero platicarles sobre este caso, porque esta semana llegaron tres pacientes al consultorio después de aguantarse el dolor o los síntomas, y eso puede llevar a un riesgo mayor, a una recuperación más larga e incluso, hasta a una lesión o un estado de verdadero peligro.

Cuando educamos o nos educan, no nos enseñan a reaccionar ante el dolor o las malas sensaciones, evitando el quejarnos, y no solamente no estoy de acuerdo con ello, sino que te invito a hacerlo.

Si la paciente de este caso no se hubiera quejado porque vio en Internet que es normal tener un fuerte dolor tras un golpe en el pecho, o cuando una articulación se lesiona, así como el incremento de temperatura, ella no hubiera asistido al centro Y’u, y si además nosotros —como profesionales— no la hubiéramos remitido con un especialista, además de poder seguirla tratando y ponernos de acuerdo entre multidisciplinas, probablemente ella hubiera recaído en algo verdaderamente grave, ya que la atención en el momento adecuado es de suma importancia. Por eso en Y’u siempre enseñamos diciendo claro y fuerte “no al dolor”, ese nuestro lema.

Para concluir, les comento que cada día me fascina la capacidad y diseño que tiene nuestro cuerpo, tanto para avisarnos cuando algo no está bien, como también para protegernos, en la posición que se encuentra cada parte y su propia función. Con respecto a “avisarnos cuando algo está mal”, me refiero a los síntomas que provoca acciones o reaccionemos, sin embargo, nuestras decisiones nos han llevado a observarnos cada día menos, a no escuchar lo que nuestro cuerpo nos dice o habla.

Las tres pacientes que les mencioné, ahora están perfectas debido a que sí le hicieron caso a su cuerpo, tenemos una manera de vivir muy rápida, llena de angustias y con poco movimiento, y cuando nos pasa algo, no paramos por darle prioridad a cuestiones que no la tienen, por eso hoy te invito a escuchar más, a contarte estas historias para que no te quedes con una pastilla si la sintomatología perdura, que te acerques con un especialista para que te asesoremos y cuides lo más valioso que tienes: tu cuerpo.



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