Francisco Domínguez ha venido venciendo las inercias propias de la asunción del poder en Querétaro. Sin duda, comienza a configurar un gobierno que, comparativamente, es mejor que el de sus homólogos actuales de Acción Nacional en todo el país. Su comienzo, desde el 1 de octubre de 2015, no fue fácil: a) una hacienda pública estatal deficitaria que debía hacer frente a obligaciones de pago que tenían que enfrentarse sin dilaciones ante los acreedores, en medio de un contexto de reducción del presupuesto nacional; b) un pasivo laboral de trabajadores públicos de los municipios y del estado que hacía y hace inviable su financiación mediata e inmediata; c) la anarquía de las finanzas municipales que se resquebrajaron en los últimos meses del año 2015; d) una urgente reforma judicial, cuyos plazos han venido presionando al sistema de justicia penal; e) la hostilidad de un gobierno federal de otro signo partidista que hace oposición desde las instituciones de gobierno; f) la orfandad partidista que desde los sectores más conservadores del PAN, empezando por su presidente, nunca vieron con simpatía el triunfo de un gobernador con trayectoria y luz propia que debe su carrera más a su ímpetu y simpatía de los queretanos que a la carrera de partido.

El gobernador, fiel a su estilo directo y franco, comenzó a imperar sobre los otros poderes locales, cuya dispersión y opulencia fueron palpables durante los últimos años del sexenio anterior. Propuso y llevó a cabo una reforma laboral en el sector público con claro impacto sobre los sueldos y prestaciones de altos funcionarios del estado. Fue innegable también la afectación a trabajadores de base y de modestos salarios, pero en el ámbito del Poder Judicial modeló un cambio en la composición del poder para buscar una mejor administración de justicia. Este realineamiento, sin duda, comenzó en la cúpula, pero con miras a transformar la base de la administración de justicia, que en el ámbito penal pondrá a Querétaro en la vanguardia del país. Este énfasis en la justicia fue impregnado durante la campaña a la gubernatura y es una de las demandas más sentidas de la ciudadanía que se ha proyectado en el Plan de Gobierno.

Por otra parte, es clara la concordia que ha logrado el gobernador con el Poder Legislativo. Los diputados locales han apoyado el proyecto del Ejecutivo y no se observa la dispersión u opulencia de la Legislatura pasada con inversión millonaria en un edificio poco funcional y defectuoso que poco ayuda al servicio de la representación popular. Este logro de concordia, y si no es que de predominio sobre el Poder Legislativo en aras de la centralidad del Ejecutivo, lejos de demeritar al Poder Legislativo, le brinda cohesión y capacidad de gobierno a las instituciones.

En el caso del conflicto universitario, de nueva cuenta y no obstante la huelga que dejó sin clases por varios días a miles de estudiantes, el gobernador llamó a la prudencia a los universitarios y logró pacificar las cosas entre las partes. Logró una solución de compromiso sin menoscabar la dignidad de nadie. Era clara la resistencia a la solución, pero al final el gobernador fue fiel al compromiso que asumió con la UAQ cuando fue candidato.

En el ámbito de la procuración de justicia, desde las primeras horas del nuevo gobierno, se instruyó al procurador para hacer el gran balance del estado de la procuración con recomendaciones inmediatas de no cejar en el empeño de hacer valer la ley. Hasta ahora, hemos visto a un procurador honorable y esforzado en hacer una verdadera labor de limpieza de los ministerios públicos. Yo sí noto que algo cambia en este ámbito.

Poco a poco, en el área de la economía, el gobernador ha proyectado una tendencia de atracción de inversiones y de saber vender las condiciones que ofrece Querétaro para la inversión productiva. Rescato una herencia positiva que dejó la anterior administración en este rubro.

En los días recientes, el gobernador ha fijado posturas claras y firmes ante diversas autoridades municipales, con el fin de lograr cambios en las administraciones cuando los conflictos han rebasado al nivel de gobierno municipal. No se entenderían los cambios recientes en el gobierno del municipio de Querétaro sin la voluntad del Ejecutivo estatal de buscar tranquilidad en su gestión, y sin que se distorsione la base del gobierno republicano. Es decir, que en la capital, como ocurre en todos los estados del país, quien debe tener prioridad es el poder del gobernador para aplicar el proyecto de gobierno y más si provienen del mismo partido.

Mas allá del acuerdo o desacuerdo con la forma y el estilo de gobernar, es claro que estamos ante un gobernador —Francisco Domínguez— que quiere trascender en la conciencia y en la vida de los queretanos. Que le hace falta una oposición responsable y propositiva que le recuerde que existe una agenda pendiente y que brinde propuestas no basadas en móviles partidistas, sino con base en el interés de los queretanos.

Abogado

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