Los recientes eventos en relación a la elección de la titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) han sido tan conocidos como controversiales y polémicos. Desde el primer segundo han generado apoyo, por un lado, y crítica severa, por otro. Esto, como era de esperarse, ha llevado la discusión a un nivel mucho muy delicado. Prueba de ello es la declaración del gobernador de nuestra entidad, Francisco Domínguez, quien ha manifestado de manera sólida que las recomendaciones realizadas por la comisión no serán recibidas en Querétaro. ¿Qué análisis se le puede dar a este hecho? ¿Qué implica este movimiento del gobernador panista?

La elección de Rosario Ibarra al máximo órgano de derechos humanos en nuestro país puede analizarse de diferentes maneras. Una de ellas —quizá conciliadora— explica la existencia de una necesidad ineludible de que una persona con tal calidad moral dirija un organismo de esta naturaleza, pues Ibarra ha probado tener una trayectoria amplia en relación a la protección y cumplimiento de los derechos humanos. Ello explica su asignación. No obstante aquí hay que señalar como contraargumento que, si bien la persona elegida cuenta con la experiencia ya mencionada, no sólo existían otras personas que podrían fácilmente haber sido también consideradas para el puesto y que tenían experiencia honoraria de años dentro de la CNDH, sino que a diferencia de Ibarra cumplían con los requisitos necesarios para asumir tal puesto titular.

Por lo tanto, otra manera en que se puede analizar este acontecimiento —y pienso que es el que refleja de mejor manera la realidad— es que obedece a una indicación y asignación directa por parte del mandatario Andrés Manuel López Obrador. Entre las facultades que tiene el Poder Ejecutivo es nombrar tanto a directores como a titulares una cantidad extensa de organismos, sean centros de operación, institutos de diversa índole, secretarías, etc. Sin embargo, asignar al titular de la CNDH no figura dentro de las prerrogativas del presidente. Ahora bien, no es que él esté nombrando a Ibarra como titular de este organismo, eso no sucedió, pero cuando el apoyo es abrumador, considerando lo polarizado que ha estado la política en México desde que ganó Morena en 2018, y cuando dos votos en el Senado se “extraviaron”, ¿no estará metiendo “mano negra” el poder supremo del sistema político presidencialista de nuestro país?

Esto a todas luces a generado controversia, con los mismos fieles seguidores y simpatizantes de Morena y de la 4T con problemas para explicar, contraargumentar y darle vuelta al asunto. Aquí es donde la posición establecida por Domínguez en Querétaro ha sido crucial y con perfecto timing. ¿Por qué? Por el Partido Acción Nacional (PAN) y los años 2021 y 2024. En relación a lo primero, el hecho de que Domínguez, una figura sólida en el PAN, quien ha sido calificado como uno de los mejores gobernadores actuales de México y quien es presidente en turno de la Comisión Nacional de Gobernadores; haya hecho tal declaración genera una clara señal de contrapeso político a las decisiones realizadas por Morena a nivel nacional, especialmente con la asignación de Ibarra, y sobre todo se junta poderosamente con el hecho de que lo que hizo el gobierno morenista es a todas luces no adecuado ni correcto, por lo que señalarlo de una forma categórica acompañada con una acción igualmente fulminante como lo hizo Domínguez de desconocer prácticamente a la CNDH en Querétaro, le da ese impulso político al PAN, permitiéndole una plataforma para reemerger. (Quién sabe si lo logre).
Y paralelamente, esta forma sólida de evidenciar un craso error morenista le sirve tanto al PAN como a Domínguez para recuperar confianza de cara al año 2021 en Querétaro y a nivel nacional, pero también al año 2024, con las elecciones presidenciales, aunque falte mucho.

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