La juventud como promotora de grandes acontecimientos históricos, políticos y sociales, hoy presencia un nuevo gran debate en México: la legalización de la mariguana. El tema lo trajo a la mesa la Suprema Corte de Justicia de la Nación tras resolver cinco amparos relativos al consumo de mariguana con fines lúdicos y recreativos, que permitió integrar jurisprudencia.

De esta manera perdieron validez los artículos de la Ley de Salud que prohíben actividades relacionadas con el uso personal o consumo de cannabis (235, 237,245,247 y 248) entre ellas sembrar, cultivar, cosechar, preparar, poseer y transportar.

Lo anterior bajo el argumento de que “el derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad permite que las personas mayores de edad decidan -sin interferencia alguna- qué tipo de actividades lúdicas desean realizar”.

Esto abre la posibilidad, en teoría, a que cualquier ciudadano pueda solicitar un permiso a la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) para cultivar y consumir marihuana con fines recreativos, pues el fallo no permite su comercialización, ni utilizar otros estupefacientes o psicotrópicos.

Con este antecedente el gobierno entrante ha dejado abierta la posibilidad de legalizar la mariguana para uso medicinal y recreativo, a fin de reducir la ola de violencia que generan las pugnas entre grupos criminales. Y aunque esto representa un hecho histórico, no perdamos de vista que, a diferencia de Uruguay, que fue el primer país en legalizar la mariguana, México llegaría a este punto sin un proceso de deliberación democrática.

En Uruguay, la regulación y control estatal del mercado del cannabis fue aprobado por el Poder Legislativo en diciembre del 2013 a partir de una iniciativa del Poder Ejecutivo encabezado por el presidente José Mujica, pero desde el 2005, es decir 8 años antes, ya se registraban las primeras expresiones públicas de la sociedad civil sobre el uso de la mariguana.

Aunque el camino fue largo, éste fue flexible, crítico y abierto, ninguna voz quedo fuera, más bien se sumaron al combate de prejuicios y las cifras que en un inicio demostraban un contundente rechazo a la legalización de la marihuana se fueron transformando en aceptación.

En este contexto, veo que a México le falta un gran camino por recorrer, y con ello no quiero decir que no pueda llegar a la meta, pero deja mucho que desear cuando sin contar con un debate previo y mucho menos con un marco regulatorio se otorgue una autorización administrativa con fundamento en una resolución jurisdiccional.

Estamos frente a un enorme reto, el debate para legalizar la mariguana en México es impostergable, por tal motivo debemos participar en la construcción de una estrategia integral de prevención, tratamiento y control de adicciones, sin improvisaciones y mucho menos sin consenso.

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