Dejando de lado sentimentalismos, el estadio Corregidora, que este 5 de febrero cumple 35 años de haber sido inaugurado, es una clara muestra del amasiato entre poder político y económico entre las élites durante el régimen priista y que se ha perpetuado pese a que ha habido alternancias en el poder.

Su construcción inició el 17 de marzo de 1983, pocos días antes de que a México le fuera concedida la sede de la Copa Mundial de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) en 1986 y concluyó, al menos oficialmente, el 31 de diciembre de 1984; aunque muchos obreros de la construcción continuaron labores en la obra hasta un día antes de la inauguración oficial.

Dije “Mundial concedido a México”, aunque en realidad quise decir que esa Copa de la FIFA fue concedida a Televisa, emporio de Emilio Azcárraga, alias “El Tigre”, el cual recibió prebendas y apoyos durante ese evento.

Si Colombia, sede original, había renunciado a la sede por no poder cumplir con el cuaderno de cargos de FIFA y por la crisis política y económica que atravesaba, Televisa no iba a renunciar a una oportunidad así pese al temblor del 19 de septiembre de 1985, ni la crisis económica que también vivía México.

En su libro, ‘Los Presidentes’, Julio Scherer explica cuáles fueron las concesiones que el gobierno de Rafael Camacho Guzmán (1979-1985) hizo a Televisa:

“Cubriría el gobierno de Querétaro hasta el último gasto para conservar el inmueble en condiciones óptimas. Se haría cargo de los sueldos de los empleados y trabajadores que manejarán la administración y cuidarán las instalaciones. Se haría cargo de las relaciones laborales. Se haría responsable de la seguridad del inmueble. Cualquier desorden, por las causas que fueran, los cubriría el gobierno del estado. Por cuenta de éste correría el pago de energía eléctrica, el del agua, la apertura y el funcionamiento del Corregidora las mañanas de futbol. Televisa cobraría por la venta de boletos, por los anuncios comerciales, por las transmisiones de radio y televisión, por la venta de refrescos y todos los productos que le pareciera a bien ofrecer. Por ocho largos años, prorrogables, manejaría el estadio como propio. El gobierno, durante el Mundial, sólo cobraría el 15 por ciento del ingreso bruto por la venta de boletos, excepto palcos y plateas. Después, cobraría 15 por ciento neto de las entradas, incluidos los asientos privilegiados. El resto, todo, para el consorcio”.

La ciudad de Querétaro tenía apenas 400 mil habitantes y el estadio Corregidora tenía capacidad para 41 mil 673 espectadores. No existía equipo de primera división en Querétaro y Televisa usó el inmueble posteriormente para sede de su filial llamado Cobras de Querétaro, un equipo sin arraigo en la localidad pero que servía para el negocio de la televisora.

Fue un martes 5 de febrero de 1985 cuando se inauguró con un partido entre la selección mexicana y la de Polonia. La fecha no es casual, en el calendario cívico del siglo XX, ese día Querétaro se convirtió en capital política del país por el aniversario de la Constitución.

Así, por la mañana, el presidente Miguel de la Madrid Hurtado encabezó la ceremonia cuasi litúrgica en el altar de la patria en que se convertía el Teatro de la República.

A mediodía, el presidente Miguel de la Madrid y el gobernador Rafael Camacho Guzmán inauguraron el suntuoso estadio, “un estadio Azteca en pequeño”, le llegaron a llamar en la prensa. Durante el acto, ningún abucheo para el Presidente, contrario a lo que sucedería un año después durante la inauguración del Mundial cuando la rechifla de los mexicanos ahogaron sus palabras: le estaban pasando la factura por la crisis económica y su tardía reacción tras el temblor del 19 de septiembre de 1985.

Para la anécdota queda el primer gol anotado en el estadio, que corrió por cuenta de Tomás Boy, y como yo, apenas un niño agobiado por el sol de mediodía intentaba ver el juego en el estadio, pero eso lo podremos reseñar en otra ocasión.

Periodista y sociólogo. @viloja

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