Recibir la invitación del buen Rafael Piña para colaborar como columnista del Universal Querétaro, ha sido uno de los regalos más atinados durante mi actual proceso de vida.  Esta actividad ha desarrollado en mí el hábito de escribir de manera recurrente sobre temas que considero importantes y quiero compartir con mis semejantes. La aventura inició justo hace un año y en ese entonces, tenía pocos meses de haber dejado la vida corporativa en México con el fin de acercarme a mi familia aquí en esta gran ciudad, así como de perseguir mis sueños emprendiendo un negocio propio más enfocado a mis objetivos de vida.  Una vez aceptado el reto y con el fin de personalizar el espacio editorial, pensé durante un par en un nombre significativo que describiera aquello sobre lo que escribiría al tiempo que hiciera sentido con mi momento de vida. Tenía que ser un concepto que simbólicamente representara aquello en lo que creo y predico.

La idea que se ancló en mi mente fue que para la mayoría de los hombres acostumbrados por su trabajo a utilizar traje completo, recibir la sorpresa de que el código de vestimenta se ha relajado para sus puestos, puede ser una gran noticia.

La corbata en sus distintas formas, tamaños, colores y maneras de atar el nudo, es un ícono que en culturas tan antiguas como la egipcia o romana, o momentos como la ilustración, revolución industrial o la misma actualidad, simboliza conceptos relacionados con la formalidad, compromiso, protección, status y  buen gusto. Para mí, la corbata no es el elemento de vestir más cómodo del mundo. Incluso me atrevo a hablar en nombre de una gran parte de los hombres, quienes la comparamos con un grillete. Un personaje con este esquema mental fue Steve Jobs, quien decidió no utilizarla por creer que esta asfixia las ideas. Esto me suena lógico, ya que existen estudios que confirman que usar la camisa muy apretada (lo que ocurre cuando usamos corbata), reduce la oxigenación del cerebro, de ahí nuestro instinto de desabrochar el cuello y aflojar la corbata cuando estamos cansados, presionados o intentando tener mejor concentración.

Así es que nació “Sin Corbata”, un espacio donde comparto sobre temas de desarrollo humano, organizacional o simplemente aporto tips que considero ayudan a otros desde un enfoque fresco y sin formalidades, a pensar “fuera de la caja”.  Mi intención es invitarte a reflexionar o imaginar un mundo donde las organizaciones prestaran más atención a su principal recurso: los humanos que laboramos en ellas. No busco que la empresa pierda su foco en la rentabilidad, sino invitar a los empresarios y cabezas de área a agregar a la ecuación la importancia de contar con empleados satisfechos con su trabajo. Esto se logra escuchándolos, formándolos, haciéndolos sentirse considerados, respetados y justamente remunerados por el esfuerzo laboral que desempeñan.

Durante este primer año he escrito sobre temas diversos como la confianza, coopetition, alineación de objetivos, la sincronía empresarial, creatividad, la empresa emocionalmente comprometida, liderazgo, la zona de poder, etc. Al momento han sido 46 artículos, donde he vertido experiencias, conocimiento adquirido, pero sobretodo mi particular opinión.

Quise hacer esta pausa en el camino para mirar en perspectiva lo grato que ha sido escribir durante este primer año y particularmente reconocer a la principal persona que permite y retroalimenta esta actividad que me place tanto hacer: tú mi estimado lector.  Desde mi corazón te agradezco por dedicar unos minutos semanales para leerme y permitirme compartir contigo.

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