A lo largo de mi vida he sido testigo de múltiples situaciones inhumanas que enfrentan miles de mexicanos y queretanos como parte de su cotidianeidad. Recuerdo a Juana, una mujer de 65 años que vivía sola en condiciones de miseria, padecía de sus facultades mentales y era atacada constantemente por algunos jóvenes drogadictos, quienes aventaban a sus perros de pelea para que la mordieran, la violaban y finalmente quemaron su casa de cartón y láminas.

¿Cómo era posible que viviendo Juana en condiciones de vulnerabilidad como la pobreza extrema y siendo anciana, fuera víctima de semejantes brutalidades? Juana, al igual que buena parte de nuestros adultos mayores, fue víctima del abandono, maltrato familiar y en éste como en varios casos, de la delincuencia.

Esta historia me viene a la mente con motivo del pasado 15 de junio en el que se conmemoró el “Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez”, tema que requiere toda la atención, reflexión y acción de gobernantes y ciudadanos.

Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), una de cada cuatro mujeres mayores de 60 años en Querétaro reportaron haber tenido incidentes de violencia por parte de sus parejas en los últimos 12 meses; mientras que 17.5% dijeron sufrir agresiones por parte de otros familiares (ENDIREH 2011), siendo los hijos e hijas los que mayor maltrato ejercen contra ellas.

Los adultos mayores resultan ser de los más olvidados en nuestro contexto social.

Vivimos en una sociedad en donde el tiempo y las cifras son de gran valor, lo que provoca la indiferencia y la exclusión hacia los adultos mayores, y nos coloca frente a la problemática del “edadismo”, término utilizado por los gerontólogos (Butler y Lewis, 1982), que designa una forma de discriminación hacia el anciano a causa de su edad, y que resulta ser tan peligrosa e infundada como el racismo y el sexismo.

La vejez es un proceso biológico irreversible, que se presenta durante la última etapa de la vida del ser humano; caracterizada por la manifestación de cambios psicológicos importantes que incluyen la disminución de las facultades mentales, el deterioro de la capacidad física y motriz, sentimiento de inutilidad, falta de adaptación por la pérdida de autoestima, alteraciones cardiovasculares, odontológicas, digestivas, auditivas y visuales, entre otros.

A partir de la Asamblea Mundial del Envejecimiento, llevada a cabo en 1982 por las Naciones Unidas, se ha adoptado la definición de "envejecimiento de la población" como un proceso de cambio en el aumento de la proporción de las personas a partir de los 60 años, y que manifiesta una marcada tendencia progresiva, según indican los últimos estudios efectuados sobre el tema.

Desde el punto de vista demográfico, el envejecimiento tiene dos facetas: por un lado, se expresa como un aumento del peso relativo de las personas mayores de 60 años en la población total, y por otro, como el aumento de la longevidad; es decir, el promedio de años vida incrementa. Según proyecciones de la CONAPO, en tan sólo dos décadas uno de cada 6 queretanos seremos adultos mayores, y en el 2050 uno de cada cuatro mexicanos formaremos parte de este grupo de la población.

Resulta urgente fomentar una cultura de respeto y dignificación hacia las personas mayores de 60 años a través de políticas públicas que aseguren una vejez digna y segura. La violencia es un tema de desarrollo, y mientras “nuestros abuelos” estén expuestos a tanta agresión y dolor, no podremos acceder al bien común.

Senadora de Querétaro por el PAN

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