La implacable y amenazante presión de Trump arrancó a tirabuzón al gobierno de AMLO la aceptación de que el acuerdo para evitar momentáneamente la imposición de aranceles incluiría —si fracasan las medidas emprendidas por México— el compromiso de reformar en el Congreso nuestra legislación migratoria en dos aspectos centrales que le adelanté aquí en la entrega pasada: que asumamos el estatus de tercer país seguro y/o nos sumemos a un acuerdo regional en el que México reciba a los migrantes guatemaltecos solicitantes de asilo y Guatemala a hondureños y salvadoreños.

Mientras la 4T echaba las campanas al vuelo celebrando el sábado en Tijuana que había conjurado la amenaza de los aranceles, Trump soltaba vía Twitter que había partes no reveladas del acuerdo que en su momento daría a conocer.

El lunes pasado el canciller Marcelo Ebrard, dueño total del protagonismo de la mañanera de AMLO, rechazaba que hubiera un acuerdo secreto. Eso sí, abundó sobre el contenido de lo pactado: el despliegue de seis mil efectivos de la Guardia Nacional a lo largo de la frontera sur y la aceptación de recibir aquí a los migrantes solicitantes de asilo que Estados Unidos devuelva hasta que se resuelva su situación.

Ebrard también informó que se fijó un plazo de 90 días (con una evaluación a los 45) para demostrar que esas medidas reducirán significativamente el flujo migratorio y que, si no, Estados Unidos replantearía la imposición de aranceles.

La condición no es menor y la amenaza arancelaria nos tiene agarrados del cogote. El propio Ebrard aceptó que entrarle a una guerra comercial con EU provocaría en México una crisis económica mayúscula. Estimó que sería como aumentar de golpe el IVA en 10%, perder un millón 200 mil empleos y bajar en un punto el PIB.

Pero ese mismo lunes Trump volvió al ataque: “hay otra importante parte del trato… será revelada en un futuro no distante… vamos a necesitar el voto del Congreso mexicano… ellos lo anunciarán… no creo que lo puedan negar por mucho tiempo”.

Ayer, otra vez en la mañanera, Ebrard reconoció que EU ha insistido que México se convierta en tercer país seguro, pero que eso estaría sometido a nuevas negociaciones si fracasara el plan implementado por nuestro país para contener la inmigración.

Y Trump no arrió bandera: en la tarde insistió y sacó de la manga un documento que fue fotografiado por Reuters, lo que permitió ver que en él se plantea un plan regional de asilo para compartir la carga, y el compromiso de México de revisar y probablemente cambiar su legislación migratoria.

Tras conocerse esa noticia, Ebrard convocó de urgencia a una conferencia de prensa en la que hizo público el informe detallado sobre la negociación enviado ayer mismo al Senado. Ahí reconoció que todavía el viernes pasado por la tarde, la posición estadounidense era: aranceles o tercer país seguro. México rechazó la aceptación de ese estatus y contrapropuso un sistema de gestión migratoria de carácter regional que involucrara a los países centroamericanos. Insistió que no hay nada oculto, que no le apuesta a fracasar en los 45 días acordados para contener la migración, aunque reconoció que si los resultados no convencen a Trump se abriría otra negociación en la que, en todo caso, podrían explorarse otros estatus como el de primer país de asilo (que los acoja el que primero les dé protección) o el reabastecimiento de refugiados (que sean llevados a otros países que los acepten).

El estatus de tercer país seguro surgió de la Convención sobre el Estatuto de Refugiados firmado en Ginebra en 1951. Así se resume el concepto: cuando una persona sale de su país para solicitar asilo en otro, ese segundo puede negarse a recibirlo y remitirlo a un tercero que se considere pueda darle las mismas atenciones. No parece que México pudiera darle a los migrantes centroamericanos las mismas atenciones que Estados Unidos, a menos que éste aporte el financiamiento necesario para que como Turquía (tercer país seguro de la Unión Europea) pueda recibir y atender a los refugiados sirios.

México, en efecto, frenó por lo pronto la aplicación de aranceles y ganó 45 días para demostrar que es viable su propuesta para contener la migración de centroamericanos. Acaso lo logre, pero eso no lo librará de un Trump que, aislado en lo interno, ha emprendido su campaña por la reelección y que, para complacer a sus votantes, agarra a México como el payaso de las cachetadas. 
 
Instantáneas:

1. COYUNTURAS. En el plazo de 90 días fijado para la revisión de los acordado entre México y EU habrá eventos que no deben perderse de vista porque podrían incidir en los términos de la evaluación: Trump iniciará su precampaña el próximo martes 18 de junio; en ese contexto se prevé que el 31 de agosto estaría ofreciendo a su electorado más incentivos, por lo que podría demandar a México nuevas exigencias económicas; el 8 de septiembre, la SHCP deberá entregar el borrador del Presupuesto 2020; el 30 de septiembre culminará el año fiscal estadounidense y el tema del déficit comercial de ese país con México seguramente influirá en el Presupuesto que presente Trump al Capitolio; antes del 30 de septiembre, el T-MEC deberá estar aprobado por los tres países signatarios; y el 21 de octubre habrá elecciones federales en Canadá y el nivel de popularidad del primer ministro Justin Trudeau va a la baja.

2. ¿Y EL JITOMATE? En los tuitazos de Trump respecto al acuerdo con México, dijo desde el viernes que México aceptó comprar más productos agropecuarios a los Estados Unidos. Nada hay al respecto según la cancillería mexicana. Lo que sí hay es que desde la semana pasada se aplica un arancel de 17.5% al jitomate mexicano de exportación. Se impuso, en franca violación al aun vigente TLCAN por la fuerte competencia de nuestro producto en el mercado estadounidense. Y la Secretaría de Economía no ha dicho nada.

3. BOLAS. Ayer en dos ocasiones, a las ocho de la mañana y a las cinco de la tarde, la Secretaría de Salud suspendió la junta de aclaraciones relacionada con la licitación de la compra consolidada de medicamentos. La razón: no terminaron de responder el cúmulo de preguntas que se hicieron. ¿Qué quiere decir? Que ya se les enredó la piola y que el riesgo de desabasto es latente si no continúan con los contratos de la licitación del año pasado.

4. PUENTE.  Antes de solicitar licencia como gobernador de Campeche para contender por la dirigencia nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas puso en operación el nuevo puente de La Unidad. Compromiso prioritario de su campaña, la obra, con 3.2 kilómetros de longitud (el segundo más largo de México) une las ciudades de Campeche y Ciudad del Carmen. Lo acompañó en la inauguración el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú.


@RaulRodriguezC

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