Uno de los factores de mayor importancia y de los que menos se han comentado durante la presidencia de Donald Trump es, sin duda, que su advenimiento a la escena política se lleva a cabo en el contexto del proceso de “latinoamericanización” de Estados Unidos, el cual ha tenido repercusiones profundas. Desde el inicio del nuevo milenio hasta el presente ha habido un impresionante crecimiento demográfico de la población latina, que en la actualidad rebasa los 50 millones de personas, y que la ha llevado a constituirse en la minoría étnica más numerosa de la Unión Americana (y ya radicada a lo largo de todo el país). Por cierto que su crecimiento demográfico está asegurado independientemente de los flujos migratorios, puesto que se trata de una población joven con una tasa de natalidad más alta que la de los blancos y los afroamericanos. De hecho, de acuerdo a especialistas, la población latina se duplica cada 40 años y para 2050, una de cada cuatro personas en EU será de origen latino.

Además de su impresionante crecimiento demográfico dentro de la Unión Americana, los latinos (60% de origen mexicano) tienen una presencia importante en todos los sectores de la economía, la sociedad y la política: existe una academia sobresaliente, empresarios de suma influencia, y alrededor de cinco mil políticos de origen latino, ubicados en todos los niveles de gobierno. Además, por la presencia de los latinos, EU se ha convertido en el segundo país de habla hispana del mundo.

El proceso de “latinoamericanización” ha propiciado reacciones agresivas y xenófobas en distintas clases sociales de la sociedad de EU, identificadas con un ideal de país: blanco, protestante y anglosajón, donde los inmigrantes son una amenaza; así es que Trump resultó el abanderado perfecto para ellos, pues una de las más constantes consignas de los seguidores de su campaña fue Make America White Again.

Lo que vemos entonces es la confrontación en Estados Unidos de dos perspectivas opuestas para el futuro de ese país. Una es la de Donald Trump y sus seguidores (supremacía del hombre blanco, país monolingüe, educación y cultura homogéneas). La otra visión aboga por un país multiétnico y multilingüe donde los inmigrantes tienen su rol en el mercado laboral. El resultado de dicha confrontación será crucial para definir el perfil de EU en el futuro.

En las certeras palabras de César Chávez y Dolores Huerta, iconos de las luchas chicanas: “¡Sí se puede! y ¡Viva la Raza!”

Profesor emérito y especialista en cultura chicana y migración mexicana

Google News