Donald Trump no se cansa, no se arredra, no se arrepiente. Regresa a la querencia, a los temas de siempre. Al muro y a México y a la obsesión de pasarnos la cuenta de su albañilería fronteriza. Más cuando está perdiendo en sus tratos con la oposición demócrata, más cuando lo tienen a horas de tener que cerrar temporalmente el gobierno por falta de autorización presupuestal.

Así, en uno de sus ya habituales arranques tuiteros, se lanzó ayer en contra nuestra: “Necesitamos el muro para la seguridad de nuestro país. Necesitamos el muro para ayudar a detener el flujo masivo de drogas desde México, ahora calificado como el país más peligroso del mundo. Si no hay muro, ¡no hay acuerdo!”.

Ese es un trumpismo casi perfecto: comprimió un máximo de falsedades en un mínimo de caracteres. Empecemos con la más obvia, con eso de que México está “calificado como el país más peligroso del mundo”. ¿Calificado por quién? Sabrá Dios. De acuerdo con datos de la Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Delito (UNODC por sus siglas en inglés), hay no menos de 22 países con una tasa de homicidio mayor a la de México (digo no menos porque muchos países africanos tienen un problema grave de subregistro). Eso nos sigue dejando en las ligas mayores de la violencia, pero ciertamente no en la cima. Ni cerca.

Segundo, eso de “necesitar” el muro para “ayudar a detener el flujo masivo de drogas desde México”. Aquí hay un asunto muy sencillo de números. Según la DEA (una agencia dada a exagerar), México tiene una producción potencial de heroína de 81 toneladas al año. Eso cabe en cuatro contenedores. O en 3 mil 200 maletas. O en unos cuantos cientos de cajuelas. Y así pasa hacia el otro lado: casi 90% de los decomisos de heroína en la frontera ocurren en los puertos de entrada. Lo mismo sucede con la cocaína, las metanfetaminas o el fentanilo: se contrabandean por donde pasa el tráfico legal de personas y mercancías. La marihuana es un poco distinta porque es más voluminosa, pero esa sustancia se está dejando de contrabandear porque se está legalizando del lado de allá de la frontera. En resumen, el muro no detendría un solo gramo de drogas ilícitas: se construiría exactamente por donde no pasan.

Pero esos son datos y los datos no importan en el universo trumpiano. La verdad no es más que asunto de opinión, la realidad pasa por el tamiz de los prejuicios. Eso ya lo sabemos, eso ya no sorprende. Estas mismas mentiras, la de México como infierno a la Mad Max y la del muro como barrera eficaz en contra de las drogas, se han repetido una y otra vez. Y se han rebatido también una y otra vez, sin resultados. Trump las cree y no hay evidencia suficiente para convencerlo de lo contrario. Y aunque no las creyera, las seguiría diciendo porque son útiles para alimentar a su base.

Pero hay aquí algo interesante. El Agente Naranja parece un tanto desesperado. Si no sale pronto el presupuesto para su muro, no habrá muro. O el muro no será muro, si no una serie de bardas disconexas. O ni siquiera eso. Tal vez sólo algunos agentes adicionales de la Patrulla Fronteriza con algo más de tecnología. Nada que emocione a la base.

Y no es descabellado que no haya muro y no haya arreglo y se cierre el gobierno y Trump acabe doblando las manos y llegando a las elecciones intermedias con poco que mostrarle a su clientela en uno de los temas centrales de su campaña de 2016.

No es imposible entonces que estemos cerca de la muerte simbólica del muro de nuestras pesadillas. Tal vez acabemos ganando este round. Sólo este y sólo en lo inmediato. Quien sabe que acabe pasando en el frente del TLCAN. Pero algo es algo.

 

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