El fin de semana pasado, tres parejas del mismo sexo contrajeron matrimonio en Querétaro sin necesidad de amparo tras la entrada en vigor de la reforma al Código Civil de nuestro estado que reconoce el derecho de todas las personas a contraer matrimonio con quien mejor les plazca. Estas bodas tienen un simbolismo especial, pues representan la lucha de años de un grupo de personas que han vivido niveles muy altos de discriminación debido a su orientación sexual y a su identidad de género.

Tuve el honor de asistir a la boda de Dimitri y Sergio, una pareja que tras 15 años de convivencia decidió establecer este vínculo civil en el lugar donde residen, frente a sus familias y amigos y de cara a una sociedad que mayoritariamente reconoce el derecho de las personas a decidir con quien compartir sus vidas.

Fue un evento emotivo, en las oficinas de un municipio que hace tan solo unas semanas se negó por años a proteger sus derechos. El trato, nos contaron, fue amable y profesional. Les tomaron sus datos, se realizaron las formalidades y con los brazos en alto y una enorme sonrisa nos mostraron, orgullosos, su acta de matrimonio.

El recuerdo que más me marcó fue el mensaje de la mamá de uno de los contrayentes, que me dijo que nunca pensó que viviría para ver este día. El ver casado a su hijo en Querétaro la tranquiliza, porque ahora sí tendrá la protección de la seguridad social, porque ahora podrá heredar sus propiedades a su pareja, porque ahora podrán adoptar y crecer la familia, porque podrán juntar sus créditos para comprar una casa. Sin embargo el temor de la discriminación no desaparece, incluso dentro de su familia. Me narra con tristeza cómo hay quienes critican a su hijo por su orientación sexual y la cuestionan a ella por “permitirle ser como es”, pero la tranquiliza ver que nuestro estado y nuestro país están avanzando hacia el respeto de los derechos y libertades de las personas.

Estas ceremonias, enmarcadas en los 16 días del activismo por los derechos humanos son importantes, no sólo para la comunidad LGBTI+, sino para todas las diversas luchas que cientos de queretanos y queretanas libran todos los días: por los derechos de las personas con discapacidad, por los derechos de las personas indígenas, por los derechos de niños, niñas y adolescentes, por erradicar la violencia contra las mujeres, por encontrar a las y los desaparecidos. Son un merecido homenaje a todas las personas que dedican su energía, tiempo y recursos a lograr que el respeto de los derechos humanos se propague entre la sociedad “hasta que la dignidad se haga costumbre”, como bien dice Estela Hernández, la hija de Jacinta.

Estas bodas son un “sí se puede”, son un “tengan paciencia”, son un “no se rindan”. Son la encarnación de la lucha del ejercicio pleno de nuestros derechos. Son el resultado de años de demandar que se reconozca la dignidad de todas las personas, pero sobre todo, son el triunfo del amor.

Directora Regional de CELAPAZ e integrante de la Red Nacional de Alertistas. Twitter: @mcruzocampo 
Fb: maricruz.ocampo

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