El festejo presidencial de sus tres años de gobierno desconoció el daño que ha causado a cientos de miles de familias afectadas irreparablemente con la pérdida de familiares y amigos, y con la reducción de sus condiciones de vida. Lejos de haber sido un balance de luces y sombras, y de replantear estrategias, persistió la obstinación: se mantendrá la tónica polarizante, maniquea y manipuladora de engaños y evasiones; y la necedad de pretender imponernos la 4T.

AMLO sigue en su papel de predicador y eterno aspirante al poder. Anuncia el advenimiento de un paraíso que no le toca a él construir: aún no cae en la cuenta de que él es el presidente y que si el país tiene crisis es porque su gobierno no ha hecho lo suficiente para abatir los asesinatos dolosos, que llegan, en tres años, a más de 106 mil; la tasa de homicidios dolosos pasó de 17% por cada 100 mil habitantes, con Peña Nieto, a 29% en su gobierno; que la inversión extranjera acumulada de 114 mil millones de dólares, en el gobierno de Peña Nieto, cayó a 87 mil millones de dólares. O que la deuda pública, respeto del PIB se ha incrementado del 43.9% con Peña Nieto, a 49.9%. O, peor aún: los muertos derivados de la pandemia superan las 600 mil personas.

Dentro de lo que se le reconoce como éxitos se encuentran: su popularidad, superior a la de sus predecesores (las cifras varían según la casa encuestadora); la reducción del porcentaje de población en pobreza, que con la nueva metodología asciende a 43.9% (en la vieja metodología Peña Nieto tenía 46.2%). Y un muy meritorio aumento de casi 3 puntos del PIB, en lo que se refiere a la recaudación de impuestos (13.7%).

A pesar de la difícil situación del país, el Presidente pecó de triunfalista ante los cerca de 100 mil acarreados al más vil estilo priísta (con transporte, torta y refresco) que llenaron la plaza del Zócalo. Prevalecieron adultos mayores, maestros y tianguistas. Y no faltó el riguroso pase de lista, que anticipa consecuencias negativas para los faltistas.

Preocupa que este mega-acarreo haga crecer exponencialmente la tasa de contagios de la cuarta ola de la pandemia, debido a que muchos no cumplieron las recomendaciones sanitarias: uso de gel y cubrebocas. La sana distancia era imposible.

Entorno al evento destacaron tres hechos: La campaña del PAN denominada “3 años perdidos”, que señala los rezagos gubernamentales en materia de corrupción, pobreza, insuficiencia de los ingresos y elevación del costo de la canasta básica, seguridad pública, caída del PIB, feminicidios, militarización de las instituciones públicas y de las actividades civiles, el daño a la infraestructura y a los servicios de salud pública, el reemplazo de las energías limpias con energías sucias, etc., y la presencia de cuatro gobernadores panistas en el AMLO-fest: Chihuahua, Durango, Quintana Roo y Yucatán, que felices, se fotografiaron con Claudia Sheimbaum y Mario Delgado.

El llamado de Carlos Slim, desde Santiago de Compostela, a no caer en la tentación de la reelección indefinida, como Venezuela; y las declaraciones de Cuauhtémoc Cárdenas, desde la FIL, en Guadalajara, señalando que si bien los resultados de un gobierno se miden por logros, en México no hemos logrado revertir la tendencia que traíamos desde hace cuatro décadas…

La falta de sentido de realidad y de autocrítica presidencial, su tendencia autoritaria y una nueva cepa de virus, auguran un mal final de sexenio, aunque su popularidad no caiga.

Periodista y maestro 
en seguridad naciona

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