Este ejercicio consiste en analizar a los cuatro candidatos presidenciales bajo la óptica de tres libros míos: 1) Manual del Poder Ciudadano. Lo que México Necesita, 2) De la protesta a la participación ciudadana, y 3) El ciudadano, el enemigo y el Estado.

En cuanto al primero: Se corrobora la tesis planteada consistente en el divorcio de la ciudadanía con los partidos políticos, lo que trajo como consecuencia que un ciudadano fuera candidato a la Presidencia de la República, hipótesis que cabalmente cumplió José Antonio Meade. Asimismo, dentro del poder ciudadano, se encuentran las candidaturas independientes, enarboladas por Jaime Rodríguez, El Bronco.

En cuanto a Ricardo Anaya, plantea que se realice el cambio combatiendo la corrupción e impulsando una fiscalía autónoma, que fue una de las sugerencias plasmadas desde el 2011 y que hoy es más que imprescindible.

Andrés Manuel López Obrador es el candidato que más impulsa al poder ciudadano, reivindicándolo como poder del pueblo, y plantea tomar en cuenta las herramientas de ese poder: la revocación del mandato, el referéndum y el plebiscito. También ha impulsado la directriz de volver a encauzar el rumbo del civismo, así como atacar las causas de la crisis que padecemos, que son la impunidad y la corrupción. Por último, propone una reconciliación nacional que en dicho texto se establece como una reconstrucción ciudadana.

Los cuatro candidatos impulsan y fomentan la prerrogativa y obligación del voto, plasmado en el capítulo II del citado manual.

En cuanto al segundo título: En este sentido ubicamos al Bronco como el candidato de protesta en contra de los partidos políticos, pero el más afín a este texto es Andrés Manuel López Obrador, ya que formó un movimiento para realizar un cambio evidentemente social a través de la participación de un segmento de la población; dicho objetivo es la naturaleza o esencia de todo movimiento. Como el politólogo G. Sartori apunta: “Participación es ponerse en movimiento, no ser puesto en movimiento”. Esto nos permite comprender a los ciudadanos que se pusieron en movimiento para derrocar a los tiranos de Egipto, Túnez y Libia, entre otros países. Por ello el puntero en las encuestas ha sabido canalizar las protestas de un segmento indignado en la participación del pueblo, del ciudadano, a través del voto.

En cuanto al tercero: Una de las directrices de este libro radica en que el Estado convierte a un ciudadano en enemigo y le aplica un régimen de excepción, como podrían ser los delitos de delincuencia organizada, entre ellos el de lavado de dinero; lo más grave es que el Estado puede convertir a un simple ciudadano en enemigo y tratar de aniquilarlo.

De igual forma, se pretende utilizar este régimen tratándose de adversarios políticos. En efecto, el candidato Ricardo Anaya es sujeto a una investigación de lavado de dinero. Entonces, podríamos advertir el trato de enemigo, pero la situación no termina en este escenario, sino que Anaya ha expresado que si llega a ganar la contienda electoral enjuiciará no sólo al presidente Enrique Peña Nieto, también al candidato Meade, como lo manifestó en el tercer debate. Es decir, si llegara a ser presidente, les daría el trato de enemigos. Ambas hipótesis contrarias a un Estado social y democrático de derecho.

Andrés Manuel López Obrador ha propuesto transitar al Estado social y democrático de derecho, donde no existan diferencias en la aplicación de la ley ni privilegios e impunidad. Así como también buscar los cauces para apuntalar el Estado social en nuestra democracia, hoy tan amenazada.

Por último, me resta comentar que el 1 de julio los mexicanos ejerceremos nuestro poder ciudadano a través del voto, que, como diría el filósofo Rousseau, es el único momento en que somos soberanos; no obstante, los ciudadanos tendremos que seguir participando para que, a través de la unión, podamos reconstruir nuestro México.

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