Observamos un Presidente agresivo y desmesurado debido a que analistas, periodistas, dirigentes políticos, sociales, empresariales y hasta religiosos han denunciado esta trampa electoral, misma que intenta encubrir su afán por controlar las elecciones.

Combate al INE, como organismo autónomo e independiente, porque considera que representa un obstáculo a su poder unipersonal y a sus afanes antidemocráticos.

En la Mañanera número 986, arremetió contra quienes se manifestarán a favor del INE  y  en defensa de la democracia, este 13 de noviembre. Lanzó calificativos a los que se oponen a su “reforma electoral” que en realidad es una treta para favorecer a Morena. Los llamó hipócritas, clasistas, gente sin autoridad moral, etcétera, y en pleno extravío, agregó:

“Tampoco son demócratas, son los que han participado en los fraudes electorales y quisieran seguir teniendo el control de los organismos electorales para seguir haciendo fraudes”.

No es novedad que desprestigie a la autoridad electoral ni a quienes reconocen su labor. De hecho, circula un mensaje ilustrativo en redes respecto a que: “Si el Presidente atacara al crimen organizado como ataca al INE, México sería el país más seguro del mundo”. En fin.

“Es un sistema que ha funcionado —asegura Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE— porque en los últimos ocho años y medio, hemos organizado 330 elecciones y ninguna ha tenido un problema postelectoral, ninguna, además de que ha generado un índice de alternancia nunca antes visto en el país: 62%, del que se han beneficiado todos los partidos políticos”.

Este INE ha construido confianza y goza de aprecio ciudadano. 
Incluso,  el senador Ricardo Monreal, tras asegurar que no confía en las encuestas de Morena, pidió que el INE organice la contienda interna de su partido para elegir al candidato presidencial rumbo al 2024.

El ex presidente del entonces IFE, José Woldenberg, recientemente dijo que AMLO “añora el México de los 50’s y 60’s del siglo pasado. Le gustaría encabezar una Presidencia en la cual no tuviera contrapesos institucionales, en la cual la prensa estuviera alineada a la voluntad presidencial; que las organizaciones sociales fueran un eco de la voluntad presidencial; que los otros partidos, bueno,  si existen, sacaran votos como los que sacaban aquellos partidos testimoniales (…) No entiende que los estados modernos —y en alguna medida el Estado mexicano se modernizó— ya no pueden ni deben depender de una sola persona”. Woldenberg  también puntualizó: “Y lo que yo veo como un mérito del INE,  que ha preservado su autonomía. Él lo vive como un agravio”.

Una prueba irrefutable de neutralidad y eficiencia del INE es el propio reconocimiento del triunfo de AMLO y de los que ha tenido Morena. Y estos son los que difunden sofismas de ahorro y formas convenencieras de selección de consejeros, junto con mentiras, a través de sus aparatos de propaganda.

Si se aprobara la maniobra electoral presidencial, los morenistas participarían, no para competir, sino seguros de ganar —antes de la elección—, con el árbitro a su favor. Vaya trampa.

El sistema electoral mexicano siempre será perfectible, pero este intento no es legítimo por una simple razón: no busca democracia sino control y sometimiento. Sería un lamentable paso hacia un sistema populista y autoritario, como busca el titular del Ejecutivo.

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