Hasta donde se ha podido conocer, son más de 25 muertos y alrededor de 80 heridos, las víctimas de los lamentables hechos ocurridos en un tramo de la línea dorada del metro de la Ciudad de México.

Los acontecimientos sucedieron entre las estaciones Olivos y Tezonco, y a través de los medios de comunicación se refleja el drama humano de una tragedia que —más allá del propósito gubernamental de no especular—, reclama conocer las causas que enlutan hoy al país, así como a los responsables directos e indirectos de las mismas. Al parecer, provenientes de las filas de la izquierda partidista y algunos funcionarios de la llamada 4T.

Se trata de conocer la verdad de la mayor desgracia del metro capitalino. Más allá de la politiquería, claro.

En este sentido, uno de los primeros en asomar la cabeza fue el actual canciller Marcelo Ebrard. Tenía que hacerlo por ser el “padrino” de la Línea 12 —considerada por algunos como su principal obra pública—, cuando el perredista era Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal.  También expriista —entre otras simpatías partidistas—, Ebrard fue consejero de López Obrador cuando éste fue jefe de Gobierno.

Esta línea ha estado llena de sospechas sobre irregularidades, desde hace varios años.  Señalamientos sobre fallas, peligros y corrupción han caracterizado su origen y funcionamiento, a lo que Ebrad respondió entonces que ello tenía “una intencionalidad política”.

Así pues, antes de que fuera ampliamente señalado —lo cual parecía inevitable—, Ebrard decidió adelantarse.

Mario Delgado, quien ahora opera como dirigente de Morena, era el secretario de Finanzas de Ebrard y fue quien aprobó el financiamiento de la cuestionada obra. De hecho, hay quienes lo señalan como el responsable de haber avalado el sobrecosto de esa construcción.

Se menciona, además, a Miguel Ángel Mancera, sucesor de Ebrard en la jefatura de Gobierno del DF y actual senador.

Mancera recibió la obra de Ebrard. Pero, independientemente de ello, ha estado bajo el escrutinio de Sheinbaum, su sucesora. Por eso hay quienes lo consideran uno de los hilos más delgados.

Habría que sumar a Florencia Serranía, colaboradora de López Obrador y actual directora general del Metro, nombrada por Sheinbaum desde noviembre de 2018. La todavía  directora ha sido acusada de situaciones graves bajo su responsabilidad; y, hasta ahora, Sheinbaum defiende su permanencia bajo el argumento de esperar el deslinde de responsabilidades.

Y Claudia Sheinbaum también es señalada como responsable debido a su cargo y probables descuidos u omisiones. Aunque, se sabe que debido al apoyo de López Obrador, encontraría la manera de sortear presuntas responsabilidades directas e indirectas.

Lo cierto es que se han multiplicado denuncias relativas a advertencias sobre la mala situación que existía en el tramo colapsado, lo que constituiría la crónica de una tragedia anunciada.

Oficialmente se mantiene la posición de que se conocerá la verdad; aunque hay quienes se lavan las manos; unos voltean para otro lado; y otros más buscan distraer.

En medio del escenario sociopolítico —que incluye carreras presidenciales—, Ebrard señaló: “entiendo que hay motivaciones de orden político”; y,  Sheinbaum dijo recientemente que “sería muy mezquino pensar en un asunto político en este momento”; en fin, mezquindades aparte, o no; la indignación continúa y la desconfianza también.

La tragedia rebasa el discurso, con todo lo que esto implica.

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