La tragedia acaecida el pasado viernes en las parcelas del municipio de Tlalhuelilpan, Hidalgo, fue un hecho anunciado, menospreciado; nadie calculó lo que podía suceder en la “fiesta del combustible” en la que se hallaban cientos de pobladores robando gasolina. Por horas los ladrones se llevaban el preciado combustible en toda clase de recipientes de plástico y los borbotones de líquido seguían fluyendo del ducto que había sido fracturado para sustraer ilegalmente el derivado del petróleo. Si bien hubo presencia de elementos de seguridad pública y del ejército, estos no pudieron hacer nada ante la incontrolable euforia. Lo que sucedió después es historia. Es momento de deslindar culpas, las responsabilidades de aquellos que debieron y no hicieron nada para detener en flagrancia a los delincuentes; y el actuar “tumulturario delincuencial”, quienes irresponsablemente culpan a las autoridades por no haber intervenido, cuando ellos mismos impidieron por medio de la violencia su intervención. La “sed de gasolina era insaciable” y poco les importó el peligro que corrían.

Para nadie es desconocido el alto riesgo que implica el manejo del líquido combustible por su poder flamable, incluso el vapor que expide hace explosión fácilmente. Los ladrones no se pueden decir ignorantes ni sorprendidos del poder destructivo de la gasolina, tampoco sus familiares, todos acostumbrados al robo del combustible y a la irresponsable manipulación del líquido flamable. El Presidente de la República confesó haber privilegiado la solución política a la legal en el cumplimiento del deber de actuar; fue omiso y nunca dio la orden a los elementos del ejército para que hicieran uso legítimo de la fuerza . Las pruebas que existen dan cuenta de la labor de disuasión que realizaron los elementos del ejército, los delincuentes hicieron caso omiso y seguían “embriagándose” de gasolina. Las fuerzas policiales de seguridad pública si bien hicieron acto de presencia, nada pudieron hacer; esperaban órdenes para actuar . El argumento consistió en no utilizar al ejército para reprimir al pueblo.

Una vez conocido el dantesco resultado de 100 muertos aproximadamente, las preguntas surgen a borbotones: ¿Qué pasó? ¿Quiénes son los responsables de la anunciada tragedia? ¿Por qué no intervinieron las fuerzas del orden? En el momento era flagrancia y no hubo presencia de fiscales o ministerios públicos federales. Sin embargo, el recién nombrado fiscal Alejandro Gertz Manero anunció que han iniciado las investigaciones y serán citadas todas las autoridades. Pregunta obligada: ¿a él quién lo va a declarar? El oportunismo de la CNDH no se hizo esperar y de oficio inició la queja; lo que mucho molestó al Presidente, por lo cual el titular Luis Raúl González Pérez dijo que no era acusación alguna, sólo para conocer los hechos. Cierto que debe realizarse de oficio la investigación y esclarecer con puntualidad los hechos; hechos de todos conocidos. El primer responsable será el Presidente por no haber instruido al personal del ejército para actuar; pero no podrá ser llamado a declarar y mucho menos podrá ser acusado de negligente, ni de comisión por omisión; él reconoció, confesó que no dio la orden para que no se acusara a su gobierno de represor. Así que las responsabilidades recaerán en terceras personas. El mismo fiscal Getz Manero está involucrado por omiso, pues en presencia de un delito flagrante no inició carpeta de investigación ¿Quién declarará al Fiscal de la Nación? Otro que seguramente se deslindará de responsabilidad. ¿Será llamado a declarar el director de Pemex por no haber ordenado cerrar la válvula de combustible con oportunidad? o ¿acaso será citada a declarar la secretaria de Energía por omisa, dado que ella sabía y nada hizo? ¿El gobernador de Hidalgo declarará ante el Fiscal o lo hará el presidente municipal? Los grandes serán inmunes; así que, la responsabilidad recaerá en las áreas operativas ¿Serán exculpados los delincuentes?

Analista legislativo. @HectorParraRgz

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