Hace 50 años, en 1968, se vivió uno año turbulento en la historia de la humanidad, marcado por eventos como la primavera en Praga,  la revolución universitaria en París, la matanza de Tlatelolco, golpes de estado en Perú y Panamá, la muerte de personajes como Robert F. Kennedy y Martin Luther King. En contraparte, fue un año exitoso en los primeros trasplantes de corazón, en la celebración de los Juegos Olímpicos en nuestro país y para algunos que conocimos por primera vez, la televisión a color.

Para quien escribe esta columna, como seguramente para muchos quienes fuimos niños y jóvenes en aquellos años, fue el inicio de una serie de encuentros con la tecnología que comenzó un acelerado y exponencial camino, donde sorpresa tras sorpresa, desarrollamos la capacidad de asombro, ante cada una de las nuevas versiones de todo aquello que tenía que ver particularmente con lo electrónico. Vi morir en tiempo real aquella maravillosa tienda en las calles de Madero, donde vendían bulbos y muchas otras refacciones para los aparatos de audio y video. Así fueron surgiendo otros establecimientos donde encontrabas casseteras de audio y video, tornamesas y autoestéreos, y poco a poco se fueron presentando a la venta en ellas los transistores que trajeron consigo una revolución en los dispositivos electrónicos.

Al paso de algunos años, la llegada de los primeros teléfonos de botones que fueron desplazando a los de disco y para no dejar de maravillarnos, algunos de ellos inalámbricos, toda una novedad. De a poco, comenzaron a aparecer en el mercado las primeras versiones de equipos de cómputo que utilizaban lenguajes de programación, hasta que surgieron las primeras versiones de Windows. No terminaba uno de conocer algunas novedades, cuando ya aparecían otras, como los primeros CD’s que llevaron al olvido 
a todas las versiones anteriores de cintas para grabar. De pronto, los teléfonos celulares se hicieron presentes y con ellos comenzó, a la par, el fenómeno social de literalmente materializar el éxito. Sin embargo, esa misma carrera tecnológica democratizó tanto el uso del celular, que hoy día existen en México más de 60 millones de usuarios de teléfonos celulares, mismos que también utilizan el Internet en sus teléfonos.

En el ámbito empresarial, del teléfono, pasamos al fax, al telefax y de ahí al mail, para hoy llegar a la mensajería de aplicaciones en tiempo real, a través de la cual compartimos video, audio, documentos, etcétera. Así el rápido crecimiento en el uso de dispositivos móviles ha propiciado el auge de la transformación digital en muchas empresas, las cuales buscan incrementar el valor de la propuesta de los bienes y servicios que ofrecen. La tecnología digital está revolucionando la manera de hacer negocios en la actualidad.

En realidad, creo que aún hay mucho por conocer y sorprendernos en materia de tecnología y de sus múltiples usos en absolutamente todas las actividades productivas que se llevan a cabo en una sociedad. Particularmente estoy convencido que la tecnología digital significa ya una nueva y mayor revolución en la forma de llevarlas a cabo, con múltiples consecuencias en lo que a empleos, servicio al cliente, procesos administrativos y de comercio, a través de lo que de manera general llaman “el Internet de las cosas”.

Hoy no solo resulta conveniente conocer de ello, sino también muy necesario e indispensable, si queremos continuar sorprendiéndonos de la tecnología digital y de tal suerte que estemos a la altura de la actualidad en nuestras respectivas actividades productivas, en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.Hace 50 años, en 1968, se vivió uno año turbulento en la historia de la humanidad, marcado por eventos como la primavera en Praga,  la revolución universitaria en París, la matanza de Tlatelolco, golpes de estado en Perú y Panamá, la muerte de personajes como Robert F. Kennedy y Martin Luther King.

En contraparte, fue un año exitoso en los primeros trasplantes de corazón, en la celebración de los Juegos Olímpicos en nuestro país y para algunos que conocimos por primera vez, la televisión a color.

Para quien escribe esta columna, como seguramente para muchos quienes fuimos niños y jóvenes en aquellos años, fue el inicio de una serie de encuentros con la tecnología que comenzó un acelerado y exponencial camino, donde sorpresa tras sorpresa, desarrollamos la capacidad de asombro, ante cada una de las nuevas versiones de todo aquello que tenía que ver particularmente con lo electrónico.

Vi morir en tiempo real aquella maravillosa tienda en las calles de Madero, donde vendían bulbos y muchas otras refacciones para los aparatos de audio y video. Así fueron surgiendo otros establecimientos donde encontrabas casseteras de audio y video, tornamesas y autoestéreos, y poco a poco se fueron presentando a la venta en ellas los transistores que trajeron consigo una revolución en los dispositivos electrónicos.

Al paso de algunos años, la llegada de los primeros teléfonos de botones que fueron desplazando a los de disco y para no dejar de maravillarnos, algunos de ellos inalámbricos, toda una novedad. De a poco, comenzaron a aparecer en el mercado las primeras versiones de equipos de cómputo que utilizaban lenguajes de programación, hasta que surgieron las primeras versiones de Windows. No terminaba uno de conocer algunas novedades, cuando ya aparecían otras, como los primeros CD’s que llevaron al olvido a todas las versiones anteriores de cintas para grabar.

De pronto, los teléfonos celulares se hicieron presentes y con ellos comenzó, a la par, el fenómeno social de literalmente materializar el éxito. Sin embargo, esa misma carrera tecnológica democratizó tanto el uso del celular, que hoy día existen en México más de 60 millones de usuarios de teléfonos celulares, mismos que también utilizan el Internet en sus teléfonos.

En el ámbito empresarial, del teléfono, pasamos al fax, al telefax y de ahí al mail, para hoy llegar a la mensajería de aplicaciones en tiempo real, a través de la cual compartimos video, audio, documentos, etcétera. Así el rápido crecimiento en el uso de dispositivos móviles ha propiciado el auge de la transformación digital en muchas empresas, las cuales buscan incrementar el valor de la propuesta de los bienes y servicios que ofrecen. La tecnología digital está revolucionando la manera de hacer negocios en la actualidad.

En realidad, creo que aún hay mucho por conocer y sorprendernos en materia de tecnología y de sus múltiples usos en absolutamente todas las actividades productivas que se llevan a cabo en una sociedad. Particularmente estoy convencido que la tecnología digital significa ya una nueva y mayor revolución en la forma de llevarlas a cabo, con múltiples consecuencias en lo que a empleos, servicio al cliente, procesos administrativos y de comercio, a través de lo que de manera general llaman “el Internet de las cosas”.

Hoy no solo resulta conveniente conocer de ello, sino también muy necesario e indispensable, si queremos continuar sorprendiéndonos de la tecnología digital  y de tal suerte que estemos a la altura de la actualidad en nuestras respectivas actividades productivas, en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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