Días agitados en Tamaulipas. En el transcurso del fin de semana, el gobierno estatal, en colaboración con el Ejército, decidió intervenir las policías de vialidad y tránsito de Matamoros, Reynosa y Río Bravo.

¿El motivo? Según las autoridades del estado, varios elementos de esas corporaciones se habían convertido en halcones y pasaban información a grupos criminales sobre movimientos de fuerzas federales y la policía estatal.

Al día de ayer, cerca de 180 elementos (de un total de 300) habían sido interrogados, tres habían sido detenidos y el director de Tránsito municipal de Río Bravo se encontraba prófugo.

Estos hechos no son inusuales en la historia reciente de Tamaulipas (o de México). En muchos momentos de la última década y en muchos lugares, las policías municipales han sido intervenidas por fuerzas federales o estatales.

Hay, sin embargo, algo poco común en esta historia: se suponía que ya no había policías municipales en Tamaulipas. En 2013, se anunció su disolución formal. Según se sabía, había en ese estado fronterizo un ejemplo bastante acabado de Mando Único. Las funciones de las corporaciones municipales habían sido trasladadas a una nueva policía estatal, conocida como Fuerza Tamaulipas.

Pues resulta que no. Tras la disolución de sus corporaciones, varios alcaldes crearon policías de tránsito. Por otra parte, en algunas localidades, existen guardias municipales que hacen labores de vigilancia en oficinas de gobierno, escuelas u otras instalaciones públicas. Incluso, en Nuevo Laredo, las autoridades locales han pensado en reconstituir una policía turística.

En principio, estos policías municipales no van armados y tienen funciones muy limitadas. Pero su mandato se ha ido expandiendo silenciosamente. En Nuevo Laredo, por ejemplo, los guardias municipales han empezado a hacer rondines en los alrededores de los edificios que custodian.

Estas corporaciones están mal financiadas, mal equipadas y mal controladas. De acuerdo con el gobierno del estado, los alcaldes han sido reacios para enviar a sus policías de tránsito a las pruebas de control de confianza. ¿El resultado? La presunta infiltración en Reynosa, Matamoros y Río Bravo.

Es posible. Los cuerpos de seguridad locales son notoriamente vulnerables a la corrupción e intimidación. En más de una ocasión, se han vuelto instrumento de grupos criminales.

Sin embargo, la reconstitución de corporaciones municipales en condiciones de Mando Único sugiere que hay funciones que no pueden ser plenamente atendidas por policías centralizadas. Hay que recordar que la policía no sólo está allí para perseguir y atrapar criminales. También tiene como objetivos el mantenimiento del orden público y la provisión de servicios diversos, desde la regulación del tránsito hasta la orientación a turistas. Y en esas tareas, un anclaje en la comunidad ayuda enormemente. Por eso, la mayoría de los países tiene algo que asemeja a policías locales.

Entonces, si hay un impulso a tener policías de corte local y mandato limitado, se deberían de organizar para que no sean presa fácil de grupos criminales.

¿Cómo? Una posibilidad es centralizar (a nivel estatal o nacional) algunos procesos administrativos de corporaciones municipales, como la formación, los asuntos internos, el equipamiento o incluso la nómina, al tiempo que se deja el control operativo a los gobiernos locales.

Por supuesto, habría que resolver muchas dificultades de orden legal, administrativo y logístico, pero no parece imposible algún arreglo creativo.

Y es urgente que se encuentre. Como demuestra el caso de los tránsitos de Tamaulipas, las policías locales no van a desaparecer, con o sin Mando Único.

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