En esta sección de Opinión de EL UNIVERSAL Querétaro, se ha señalado la pertinencia de disponer de diversas alternativas bien evaluadas y de tomar las mejores decisiones. Luego del logro de Acueducto II, se ha tenido la posibilidad de aumentar el suministro de agua gracias a las reservas provenientes de la Cuenca del Pánuco en nuestro estado, autorizadas por el gobierno federal. De acuerdo al Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) se requeriría la inversión en infraestructura por más de 20 mil millones de pesos, los que tendría que conseguir Querétaro para traer el agua del Río Moctezuma con perspectiva hacia 2030, lo que resultaría muy oneroso y, en opinión de quien aquí escribe, existen otras alternativas, algunas las he mencionado en este espacio.

Con visión de futuro, procurando las mejores opciones, la Comisión Estatal del Agua (CEA), a cargo de Enrique Abedrop, estudia lograr cumplir el propósito, a menor costo y con las menores afectaciones, para que se logre el suministro necesario, lo que incluye rescatar el proyecto que ya existía para aprovechar agua del río Extoraz, alternativa que se tenía muy avanzada desde antes de decidir realizar Acueducto II. Éste aprovechó los manantiales de El Infiernillo, Río Moctezuma, aguas abajo de la presa hidroeléctrica Zimapán para dotarnos de 50 millones de metros cúbicos anuales, aproximadamente; el costo implicó cerca de 3 mil quinientos millones de peso y en la actualidad su operación cuesta del orden de 300 millones de pesos, tan solo por consumo de energía eléctrica. Ciertamente, se tenía considerado que Acueducto II llegase a proporcionar caudales mayores, pero al parecer esa posibilidad se ha desvanecido.

Cuando se decidió construir el Sistema Acueducto II, algunas de las principales preocupaciones que expresamos los colegas del Grupo de los Cinco, se refirieron a la calidad del agua de los manantiales, porque se requeriría su potabilización; también consideramos que el costo de operación del sistema sería muy elevado, ya que se requeriría gran consumo de energía eléctrica por el bombeo del agua hasta una altura de casi mil metros y considerábamos que existía la posibilidad de disponer de agua de otras regiones en el estado y aprovechar mayormente aguas superficiales a un costo sensiblemente menor y de forma más sustentable.

Se considera que para el año 2030 ZMQ tendrá más de 1.5 millones de habitantes, perspectiva que hace incuestionable atender la necesidad de mejorar la infraestructura hídrica, analizar alternativas y seleccionar las mejores (pueden ser varias), establecer políticas públicas apropiadas, administrar inteligentemente y dotar de mayores caudales para atender los requerimientos futuros, considerando criterios de sustentabilidad, justicia, racionalidad, accesibilidad y eficiencia. Es menester minimizar fugas en los sistemas de abastecimiento y distribución del agua potable, aprovechar las aguas pluviales lo más posible, lograr el tratamiento de las aguas residuales y reutilizarlas, elevar de manera notoria las tarifas de consumo cuando que exceda la cifra indispensable que requiere una familia, por ejemplo, un metro cúbico por día a un precio al alcance de todos. Para mayores consumos, la tarifa debe crecer notoriamente con el fin de inhibir el desperdicio y el uso suntuario.

Algo que debe impedirse, es el otorgamiento de concesiones para que particulares lucren con este recurso vital, manteniendo cautiva a la población y fijando las cuotas a su antojo, como ocurre en algunos fraccionamientos en la ZMQ.

El agua debe estar plenamente sujeta a la rectoría del estado, su administración debe apegarse a los preceptos constitucionales y a los derechos humanos. Bien cita Enrique Abedrop, el principal problema geopolítico del siglo XXI es el agua.

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