Si en algo podría resumirse la aspiración del movimiento armado que dio origen a la Revolución de 1910”, fue el “Sufragio Efectivo, No Reelección” e incluso este fue el lema de los gobiernos federales posteriores a ese proceso que concluyó en esta ciudad con la promulgación de la Carta Magna que dio vigencia y sustento al Estado mexicano, pero donde por cierto no se establecía el acotamiento de la reelección para legisladores.
Para ello debemos remontar al texto “Programa y Manifiesto del Partido Liberal Mexicano” lanzado el 1º. de julio de 1906 en San Luis Missouri por los hermanos Flores Magón, Juan y Manuel Sarabia, Librado Rivera y Rosalio Bustamante, donde se proponía la no reelección del Presidente de la República y Gobernadores, sin hacer mención a los miembros del Congreso y a miembros del cabildo.
Por su parte Francisco I. Madero en su libro “La Sucesión Presidencial 1910, escrito en 1908, si bien es cierto que hace una critica al Poder Legislativo y a la administración de Porfirio Díaz, se centra en la no reelección presidencial
Una vez derrotado en su proceso electoral emite el Plan de San Luis, donde reitera que es Ley Suprema de la República, el principio de no reelección del Presidente y vicepresidente, gobernadores de los estados y también presidentes municipales, lo que quería el llamado “Apóstol de la Democracia” era acabar de raíz con la administración porfirista.
A un mes de la renuncia del General Díaz su colaborador José Limantur y quien fuera Presidente de México Francisco León de la Barra, presentaron ante el Congreso una iniciativa de Ley para prohibir la reelección de Presidente, vicepresidente y gobernadores, reforma que fue promulgada por Francisco I. Madero el 27 de noviembre de 1911
En la Constitución de 1917 se estableció en su articulo 83 la no reelección de los Presidentes de la República y en cuanto a los diputados y senadores se retomo lo establecido en la Constitución de 1824 en la que se permitía la reelección para ambos cargos, pero en 1826 se restableció la posibilidad de volver a ser electo el Presidente de la República pasado un periodo y así fue reelecto Alvaro Obegón, mediante el voto de los senadores y diputados que por cierto en su discurso Vicente Lombardo Toledano expresaba que estaban conscientes que la bandera de la no reelección se arrojaba como tal a la oposición pero ellos se defenderían y así es como se permitió la reelección de Obregón, aun cuando no llegó a ocupar la presidencia al ser asesinado, reformándose la constitución para la no reelección en ninguno de los casos en 1933.
Esto viene a colación porque se encuentra en el Senado de la República una iniciativa para la “Revocación de Mandato” a la mitad de la administración y precisamente el día de la elección denominada “intermedia” lo que seria una “reelección” y con la posibilidad de convertirse en un proceso legislativo posterior en una reelección para un periodo por otros seis años.
A quienes se oponen a esta pretensión se les ha descalificado con el hecho de que algunas de esas voces fueron las que en 2013 reformaron la constitución para la reelección de legisladores y miembros de los ayuntamientos, pero ese señalamiento no ha lugar, porque aun y pudiendo el constituyente permanente dejar intocada la posibilidad de que un Presidente de la República pueda ser reelecto en alguna de sus formas, y por las experiencias que tuvo el pueblo de México hace más de un siglo no han sido satisfactorias.
Sin embargo y ante las figuras de “democracia participativa” o “democracia directa”, es de considerarse la propuesta para que en todo caso se efectuara el proceso "relectivo" en su modalidad de "revocatorio" o "ratificatorio" en periodo distinto al de las elecciones intermedias, pero también tomando en consideración lo que implique que a poco más de la mitad de un periodo un gobernante debiera dejar su cargo, pero también si no se abriría la puerta para restaurar la reelección y revocar "El Sufragio Efectivo, No Reelección" que costo el derramamiento de sangre de 10 millones de mexicanos.
Consejero Nacional del PAN
