Después de una década del asesinato de Benjamín LeBarón, activista en contra del secuestro en México, su familia volvió a ser blanco de la delincuencia organizada, en uno de los actos más indignantes que se recuerden, siendo asesinados 3 mujeres y 6 menores, entre ellos dos bebes, todos integrantes de la familia LeBarón. La despiadada y cobarde masacre, que tuvo lugar en los límites entre Chihuahua y Sonora, hizo que los ojos del mundo voltearan a ver a nuestro país y se preguntaran qué estaba pasando con la seguridad y si los grupos delictivos realmente han llegado a sustituir a la autoridad en diversos lugares de nuestro territorio. Pero de víctimas, los LeBarón pasaron a villanos en unos días, esto por respaldar la declaración de Trump de que podría intervenir en esta situación declarando a los cárteles de la droga como grupos terroristas. A algunos les escandalizó, otros aplaudieron, al final es la disyuntiva entre la soberanía exterior e interior, cuando se dificulta tener las dos en estos momentos.

La familia LeBarón es de una comunidad que lleva su nombre, radicados en la región norte de Chihuahua, mormones y productores agrícolas, también tienen la nacionalidad norteamericana. El tener la calidad de nacionales estadounidenses generó que después de los asesinatos del 4 de noviembre, el gobierno de EU, primero vía el embajador y luego por voz de Trump, no sólo condenaran el hecho y respaldaran a sus connacionales, sino que ofrecieran a México ayuda para combatir frontalmente lo que pareciera ser una crisis de seguridad, precedida por otros eventos como los de Culiacán y otros de impacto nacional.

En algo que pudo ser un acto de campaña o no, Donald Trump anunció la semana pasada su intención de designar a los cárteles mexicanos de la droga como grupos terroristas por su papel en el tráfico drogas y personas. El anuncio fue apoyado por Julián y Adrián LeBarón, quienes de un momento a otro pasaron de víctimas a traidores y vende patrias, pero quizá no fueron los únicos mexicanos que pensaron ¿por qué no? Así como en materia de seguridad la gente poco entiende de jurisdicciones locales o federales, en la solución quizá poco les importa de donde pudiera venir. Defender nuestra soberanía es importante pero no está claro cuál queremos privilegiar, si la exterior o la interior, toda vez que ambas están en riesgo.

La soberanía nacional es: “La negación de toda subordinación o limitación del Estado por cualquier otro poder”, ni un estado extranjero pero tampoco un poder intermo por encima de la autoridad del Estado. Habrá quienes piensan, sin ser teóricos del derecho, de manera muy práctica, de qué sirve preocuparnos de que una ayuda externa pueda considerarse un riesgo o violación para la soberanía, si en lo interior el Estado va perdiendo territorios en todo el país, algunos ya dominados y gobernados por grupos diferentes a las autoridades electas, en municipios y quizá en entidades completas, lo que también representa pérdida de la soberanía, la interior, cada que la autoridad pierde su capacidad de ejercer la ley y sus funciones de gobierno, incluida la tributaria.

¿Cómo aceptar ayuda sin vulnerar nuestra soberanía?, sin duda un dilema en la mente de los mexicanos. EU es un país que es muy dominante e históricamente intervencionista, pero por otro lado nos preguntamos cómo no seguir perdiendo el control de territorios donde la autoridad está siendo suplantada por organizaciones con fines delictivos. Las amenazas existen, tanto de parte del gobierno de Estados Unidos de intervenir, mientras que de este lado el latente peligro en el que se vive en varios municipios de la República. Conservar nuestra soberanía externa e interna el gran reto, en momentos donde algunos estados de la República no ven la luz al final del túnel.

Abogado con maestría en Políticas Públicas. @maximilianogp

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