A las 8:30 horas del 9 de abril de 2006 los trabajadores no soportaron más. A los gobiernos estatal y federal “les valió un comino” el estallamiento de la huelga. A los trabajadores no les importó que fuera domingo. Estaban hartos de la ignominia que venían sufriendo de parte de un patrón irresponsable y ruin.

Corporación Lanas Merino, propiedad de Mordjak Kletzel, llevaba muchos meses sosteniendo condiciones de trabajo que los empleados consideraban inadmisibles: la empresa se negaba a pagar las cuotas al Infonavit, las jornadas de trabajo rebasaban las 45 horas a la semana sin pago de tiempo extra, sin normas de seguridad; casos de acoso sexual a las trabajadoras por parte de supervisores, contratación de eventuales, omisión en el pago del fondo mutualista, etc.

Las condiciones de trabajo se parecían a las de mediados del siglo XIX, cuando la revolución industrial experimentaba un proceso que cambió las estructuras sociales, pero que se detonó por el desplazamiento de los hombres por las máquinas, más los niveles infrahumanos en que laboraban los trabajadores (entre los cuales había mujeres y niños), la explotación indiscriminada, los salarios reducidos al “mínimo minimorum”, el desempleo como consecuencia de la automatización y el nacimiento de una nueva clase social: el proletariado.

Los 148 trabajadores de una industria productora de estambre e hilos de fantasía, permanecen en huelga. Es la única que prevalece en la entidad. La autoridad competente, por ser del ramo textil, es federal y las autoridades estatales de la actual administración apoyan con cobijas, despensas y otros insumos para que los trabajadores resistan de manera digna el sol, la lluvia y el hambre.

Cuando inició el conflicto, los trabajadores recibieron una invitación a dialogar, recibiendo una consigna: que no presionaran al señor Kletzel con exigencias porque de ser así no se iba a dar ningún acuerdo. Y desde entonces todo sigue igual.

De nada ha servido la solidaridad de organizaciones sindicales que les han brindado su apoyo moral. Al principio de la huelga, la empresa, lejos de buscar la conciliación y los acuerdos, ordenó a los supervisores que hostigaran e intimidaran a los trabajadores, presionándolos y amenazándolos para que desistieran de la huelga.

Han pasado muchos años y pocos se acuerdan de un centenar y medio de trabajadores que en pleno centro histórico (barrio de San Francisquito) sostienen sus banderas rojinegras, cada vez más diluidas y decoloradas.

Hace tres años, el empresario Mordjay Kletzel sostenía su postura original de liquidación del personal pero en condiciones inaceptables.

La suspensión de actividades se refleja en la falta de ingresos de centenar y medio de familias. Muchos de los trabajadores, desesperados porque no se resuelve el asunto, ya se han incorporado al sector productivo, y quienes respaldan a la parte restante, la que tiene a su cargo las guardias de las instalaciones de la empresa localizada en uno de los barrios más emblemáticos y combatientes de la ciudad, ahí permanecen, estoicos y valientes.

Por ser el conflicto de jurisdicción federal, el gobernador José Calzada hizo una recomendación al nuevo delegado de la Secretaría del Trabajo: resolver lo más pronto posible y conforme a derecho la diferencia entre el patrón, de origen judío, y los trabajadores.

Hubo, es cierto, un primer fallo en el año 2009, pero el dueño se amparó por lo que el juicio tuvo que seguir. En el 2010 se les otorgó a los trabajadores un nuevo laudo a su favor.

Hace unos días, aprovechando la visita del secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, el delegado federal, Gerardo Vázquez Mellado Sollezi, recordó la recomendación del gobernador Calzada y le trató el asunto a quien fuera destacado procurador de Justicia del estado de México.

La instrucción del secretario fue contundente: “que se conjure la huelga”. Vázquez Mellado afirma que antes de septiembre quedará resuelta. De ser cierto, los huelguistas, las organizaciones sindicales que les apoyan, las autoridades estatales y los observadores, quieren saber cómo y cuándo llega a su fin el conflicto.

Editor y escritor

Google News