Estimadas y estimados lectores, se han preguntado alguna vez ¿Qué sería del ser humano si no pudiéramos comunicarnos? Nada, de nada serviría poder sentir amor, cariño, inconformidad o tener alguna idea si no pudiéramos expresar todo ello, la palabra es el medio maravilloso que nos permite comunicarnos con los demás, el hombre comienza a serlo cuando ya habla. Pues como dice el maestro Muñoz Cota la palabra es tan necesaria como comer, como dormir, como respirar, por la palabra habla el espíritu, la palabra refleja el color del alma. El problema está en que aunque aprendemos a hablar en los primeros años, en muchas ocasiones resulta difícil poder transmitir un mensaje ante un público, pues hablar ante multitudes representa uno de los mayores miedos del ser humano.

Por ello y a petición de los seguidores me permito compartirles algunos tips que les serán útiles  para cuando vallan a hacer uso de la tribuna. En primer lugar debemos contestar tres preguntas básicas ¿A quién o a quienes les voy a hablar? ¿Dónde voy a hablar? Y ¿Para qué les voy a hablar?... un ejemplo breve: Voy a hablar en la universidad, a los maestros, para pedirles que no falten a las clases porque es mucho el ausentismo magisterial. Otro ejemplo: Hablaré en el ejido Emiliano Zapata, a campesinos, para ofrecerles nuestro apoyo en sus demandas.

El discurso de la Universidad será un discurso serio, casi académico, porque ustedes se están dirigiendo a los maestros, por el contrario el discurso a los campesinos será un discurso sencillo, con palabras claras y accesibles a ellos, pues no tienen la misma preparación que sus maestros. Sin embargo en todos los casos, en todos los discursos que se pronuncien, no se debe olvidar que el fin, la meta, es el mensaje que el orador u oradora desea dejar en sus oyentes, el cual debe ser dicho con claridad, con conocimiento y con belleza.

El contestar estas preguntas también nos traerá la respuesta a la vestimenta que habremos de utilizar, pues no debemos perder de vista el contexto en el cual nos presentaremos.

Tampoco debemos olvidar dos verbos importantes en el discurso: conmover y convencer. Convencer es vencer con sus ideas, con sus argumentos, con la tesis de su discurso a su auditorio. Conmover es mover con emoción, sensibilidad, con el coraje que le impriman a sus palabras, si quieren emocionar a su auditorio emociónense ustedes primero, por ello es importante que los discursos sean elaborados por ustedes mismos. Si es un sentimiento doloroso lo que ustedes quieren comunicar, la inflexión de su voz y la gesticulación de su cara lo transmitirán al público. Si es una tesis de carácter intelectual su voz y su gesto serán vigorosos para lograr el éxito en su auditorio.

La palabra debe aceptar tantas inflexiones de voz como el discurso lo exija: énfasis, dulzura, tristeza, coraje, etc. La oratoria debe hacer pensar, meditar, razonar y reaccionar a su público, porque de otra manera el discurso no alcanzará su fin y se convertirá en una serie de conceptos fríos, muchos de ellos sin sentido, resultando la pieza de oratoria intrascendente y cansada.

La práctica es el sostén de la oratoria ya que la práctica es la única forma de hacer al orador: hablando, hablando siempre.

En la próxima columna compartiré algunas otras recomendaciones, es indispensable que quienes quieran ingresar al sendero de la elocuencia tengan presente que la oradora u orador debe hablar siempre con la verdad, lo dijo el maestro “El hombre es su palabra, la palabra es el espejo del alma, el aval de la dignidad humana”.

¡Nos leemos el próximo sábado!

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