No es bajo ninguna circunstancia la intención de este ínfimo espacio de reflexión, el discutir o levantar algún tipo de revuelo sobre la división de la sociedad mexicana, ni desde el aspecto sociológico, ni mucho menos político o de opinión pública que vivimos recientemente; pretendo más bien, comentar en algunas líneas lo notable que resulta, en estos momentos en que todos nos esforzamos por sobrellevar la condición sanitaria que nos aqueja desde hace ya casi un año, la división tan marcada que se percibe en el ambiente, en las redes sociales, en los círculos profesionales e incluso personales en los que se comentan o discuten problemáticas locales o nacionales.

Hace unos días me liaba en una discusión en casa, en mi círculo más cercano, respecto del papel de la educación para el desarrollo de una nación, derivado del comentario que recientemente hizo el filántropo Bill Gates con motivo de un texto que publicó Forbes hace algunos días.

Gates, entre otros asuntos que abordaba, explicaba con cierta ligereza, propia de quien tiene todo el poder que da el dinero y la vida resuelta, que lo que debería estar visualizando nuestro país no es el obtener recursos de la venta de petróleo mexicano y de sus derivados, sino de lo que se derive de invertir en la educación.

Desconozco si el magnate de la multinacional digital tiene, al menos, una ligera idea de lo que significa eso para nuestro país, en donde hoy las políticas públicas están provocando más división que nunca. Yo argumentaba, en mí limitada visión sobre las grandes problemáticas nacionales, que puede ser muy sencillo, lo mismo desde un púlpito que frente a una pantalla o delante de un teclado, opinar sobre estos temas, pero que ante una sociedad históricamente dividida, la construcción de acuerdos y más aún la ejecución y despliegue de acciones de política pública no es, para nada, cosa fácil.

Dentro de la discusión, me estanqué momentáneamente en la división tan exacerbada que vive nuestro país en recientes años, lo mismo discutiendo sobre un aeropuerto, sobre la reforma energética, la educativa o alrededor de los incontables ejemplos de transparencia y rendición de cuentas que se discuten en incontables mesas y a través de diversos medios. Todo ello me recuerda indudablemente alguna letra de un reconocido cantante mexicano “… separados como tontos, separados, porque sí, separados porque hay algo que va mal…”, y me atrevería sí a parafrasear la aseveración de Gates, la educación es el mejor medio a partir del cual generar riqueza, de provocar valor en la sociedad, de enfatizar nuestras diferencias, atesorarlas y encaminarlas hacia la construcción de un bien común, de una complementariedad que permita el surgimiento del verdadero México que a veces se escapa en pequeños silbidos con grandes pero contados ejemplos individuales, cuando lo que se requiere, lo que muchos añoramos son colectividades bien montadas, acuerdos y trabajo dirigido y orientado hacia la construcción, en el largo plazo, de una nación próspera, respetuosa de la ley y con variedad de aportaciones en el escenario mundial.

Hoy #DesdeCabina, comparto esta reflexión preguntando lo mismo en silencio que en voz alta, si aquello que nos divide, aquello que nos separa, puede y debería ser subsanado con esa verdad contundente y muy olvidada en el terreno práctico, sobre lo que debería estar atendiendo nuestro país, como prioridad indiscutible, la educación de su sociedad.

@Jorge_GVR

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