El resultado del proceso interno del PAN para definir su candidatura a gobernador en Chihuahua, en el que resultó ganadora por abrumadora mayoría la alcaldesa María Eugenia Campos, representa un duro revés para Javier Corral Jurado y para su candidato Gustavo Madero y también parece ser el fin de las aspiraciones presidenciales del gobernador chihuahuense. Corral buscó a toda costa, incluso con denuncias penales por presunta corrupción y utilizando políticamente a la Fiscalía estatal, frenar a Maru Campos, con lo que terminó por victimizar a la alcaldesa de la capital que, apoyada por el panismo local y por los principales grupos y figuras del panismo nacional, incluso por el expresidente Felipe Calderón, terminó por derrotar holgadamente al gobernador y abollarle por completo su proyecto político.

Y es que a Corral se le juntaron enemigos de todos los signos políticos que vieron en la elección interna del panismo la oportunidad de cobrarle facturas y ofensas al gobernador y para ello apoyaron de distintas maneras a la alcaldesa de Chihuahua. Desde los grupos internos del PAN interesados en la sucesión presidencial de 2024 que aprovecharon la oportunidad para asestarle un golpe letal a Corral Jurado, hasta grupos priistas a los que acusó y persiguió judicialmente con el controvertido fiscal César Augusto Peniche, o incluso se habla personajes de la 4T que decidieron darle un empujón a Maru Campos con tal de cortarle las alas al mandatario estatal que se enfrentó abiertamente con el presidente López Obrador y con su gobierno en el conflicto por el agua de la Presa “La Boquilla”, del cual en el gabinete culpan totalmente al gobernador, al que acusan de haber violado acuerdos con la Segob y con Conagua para azuzar a los ejidatarios contra la Federación y crear una crisis que le permitiera posicionarse como “defensor del agua de Chihuahua”.

Todos esos factores, grupos y personajes confluyeron en un mismo objetivo: parar desde ahora la carrera presidencial de Javier Corral.

A pesar de que intentó frenar por todas las vías posibles a Maru Campos, al grado de abrirle un proceso penal en la Fiscalía estatal acusada de haber recibido recursos ilegales del exgobernador César Duarte, prófugo de la justicia, la cacería que emprendió el gobernador, lejos de desactivar o desalentar a la popular alcaldesa, se convirtió en una causa que abrazaron varios grupos del PAN a nivel nacional que no estaban de acuerdo con el “agandalle” del que acusaban a Corral. Prueba de eso fueron los nombres de los abogados que nombró María Eugenia para que la representaran en la acusación penal que le abrió el fiscal Peniche: Antonio Lozano Gracia y Arturo Chávez y Chávez, dos exprocuradores generales de la República durante los gobiernos del PAN fueron los defensores de la alcaldesa.

Desde la dirigencia nacional Marko Cortés y junto a él su tutor y autodestapado aspirante presidencial, Ricardo Anaya, vieron con beneplácito cómo Javier Corral se iba enredando cada vez más en su pleito y persecución contra Campos. De hecho, Cortés viajó a Chihuahua la semana pasada con la intención de mediar en el terrible pleito entre el gobernador y la alcaldesa, pero según afirman periodistas en la capital chihuahuense, Corral nunca lo recibió y con el pretexto de que se fue a votar a su natal Ciudad Juárez dejó al líder panista con un palmo de narices. Incluso el expresidente Felipe Calderón y su esposaMargarita Zavala le expresaron su apoyo a la alcaldesa con mensajes públicos en las redes sociales. Y hasta morenistas como el senador Cruz Cuéllar, a quien le negaron la candidatura de su partido al gobierno estatal, se alió con Maru Campos para apoyar su proyecto frente al embate de Corral, con quien el senador también tuvo fuertes diferencias.

Fue tan fuerte el golpe de este domingo para el gobernador, que hasta ayer por la tarde no había dicho nada sobre el resultado del proceso interno panista ni había regresado de Ciudad Juárez a la capital del estado. Pero algo debió prever Corral sobre la derrota que le esperaba en las votaciones internas del PAN porque el sábado, justo un día antes de la contienda, su fiscal, César Augusto Peniche, se registró como aspirante del panismo a la alcaldía de Juárez, en una acción que sorprendió a todos en el estado porque Peniche había sido señalado en la víspera por César Jauregui, secretario del Ayuntamiento de Chihuahua, como responsable de la fabricación de acusaciones, pruebas y de obligar a declarar bajo presión a su principal “testigo protegido”, Jaime Herrera, el exsecretario de Hacienda del gobierno de César Duarte, de quien presentó una grabación de una conversación telefónica donde el ex funcionario afirmaba que lo habían obligado con amenazas y presiones a declarar en contra de la alcaldesa Maru Campos en las acusaciones de corrupción.

La jugada del fiscal de Justicia de Chihuahua fue leída en el estado como una maniobra del gobernador Corral, que al perder la candidatura del PAN y ante la posibilidad de que la alcaldesa Campos pueda ganar la gubernatura, estaría mandando a César Augusto Peniche a renunciar a la Fiscalía para irse a participar en el proceso interno del PAN por Juárez, en el que no tiene la más mínima posibilidad de ganar, pero al haber dejado voluntariamente a su cargo de fiscal, Peniche se volvería elegible para participar en una nueva terna que el gobernador podría enviar al Congreso para elegir a un nuevo fiscal “autónomo” que duraría 9 años en el cargo. Es decir, que como han hecho gobernadores salientes en varios estados y de todos los partidos, Javier Corral buscaría “blindarse” una vez que deje la gubernatura y de paso blindar todas las investigaciones y carpetas que judicializó su Fiscal con presuntos “testigos protegidos” amenazados y obligados a acusar bajo presión.

Veremos en qué termina todo el tema de Chihuahua, sus guerras entre panistas y las investigaciones bajo sospecha de la Fiscalía de Justicia estatal. Por lo pronto lo que parece claro es que, para Javier Corral Jurado, quien tuvo el tino de pelearse al mismo tiempo con el presidente, con los priistas y hasta con los de su propio partido, el futuro inmediato se ve claro: en octubre próximo terminara su gubernatura y tendrá que entregarle el poder muy probablemente a la mujer panista a la que persiguió, acusó e intentó vetar a toda costa para que fuera candidata. Lo que no se ve muy claro para el mandatario chihuahuense es su sueño de ser candidato a la Presidencia por el PAN en 2024. Ese empieza a verse cada vez más lejano y difuso.

NOTAS INDISCRETAS…

Ayer preguntamos cuánto tiempo había pasado entre que el presidente se hizo la prueba y supo que tenía Covid y si aun así había viajado en dos vuelos comerciales. Las respuestas a esas preguntas las dieron funcionarios de la Presidencia de la República que, ante la falta de precisiones en el aviso público del presidente, aseguraron que López Obrador empezó a presentar síntomas parecidos a una gripe el sábado temprano, cuando aún se encontraba en Linares, Nuevo León. Al llegar a San Luis Potosí por tierra, ante lo fuerte de los síntomas, le tomaron muestras para una PCR de Covid19. A pesar de que seguía con los síntomas y de que aún no sabía el resultado de la prueba, el presidente abordó el avión comercial el domingo por la tarde para trasladarse a la Ciudad de México y, según afirman en Presidencia, fue al bajar del avión cuando le dieron a conocer el resultado de su prueba: positivo a Covid, tras lo cual fue llevado a su departamento en Palacio Nacional y puesto en aislamiento donde comenzaron a medicarlo y monitorearlo el cuerpo de médicos especialistas que ya se había formado en la Secretaría de Salud para atender al presidente en caso de contagio. Las precisiones que hicieron en Presidencia eran más que necesarias, pero aún después de escuchar la versión oficial queda una duda que es más que preocupante y delicada: ¿a sabiendas de que tenía algunos síntomas y que podía estar positivo, el presidente y sus colaboradores decidieron subirse a un vuelo comercial en el que pusieron en riesgo a todos los demás pasajeros? De ser así sería una falta grave tratándose de cualquier persona que haya viajado sabiendo que ya era sospechoso de Covid, pero tratándose de un Jefe de Estado sería una negligencia imperdonable…Entre el jueves y el viernes de la semana pasada circuló fuerte una versión sobre ajustes en el gabinete del sector energético federal. La especie que se movía a altos niveles del gobierno asegura que el director de Pemex, Octavio Romero, renunciaría a su cargo en las próximas semanas para irse como diputado federal por Morena, que en su lugar iría a dirigir la petrolera la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y que en lugar de Nahle llegaría a encabezar la SENER el actual gobernador de Baja California, Jaime Bonilla. La lógica del movimiento, según explicaban, sería mandar a Romero a operar desde San Lázaro futuras reformas vinculadas al tema energético y de paso posicionarlo desde ahora como el prospecto del presidente para buscar la gubernatura de Tabasco, su tierra, en el 2024, mientras que a Bonilla lo rescatarían de su muy corta gubernatura, sobre todo porque se disciplinó con el presidente y aceptó dejar que desde Palacio Nacional definieran a la candidata a gobernadora por Morena, Marina del Pilar Avila. En cuanto a Nahle su movimiento sería de “sacrificio” aunque a la secretaria no le disgustaría nada volverse la directora de Pemex, una posición para la que se preparó por años. Veremos si se concretan esos enroques o si quedan sólo en una versión quizás empujada por alguno de los interesados…Lanzamos los dados. Serpiente doble.

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