21 de septiembre de 2020. 12:15 horas. Vía radio, el C2 Norte solicita apoyo: hay personas lesionadas con arma de fuego en Platino 286, esquina Congreso de la Unión, en la colonia Valle Gómez.

La unidad de la SSC que responde al llamado encuentra a tres personas baleadas, dos mujeres y un hombre, en el interior de una cocina económica con razón social El Tarot de Yaretzi. En el piso hay un impresionante reguero de sangre.

Una de las mujeres, de 34 años, responde al nombre de Karen Ivonne Rodríguez Galán. Presenta impactos en el tórax. Paramédicos de la Cruz Roja la trasladan al hospital de la Balbuena, pero la mujer no llega con vida.

Los testigos indican que se trató de ataque directo. Dos hombres a bordo de una motocicleta entraron a la cocina, de la que Rodríguez Galán era propietaria, y la acabaron a tiros. Se perdieron de vista en Congreso de la Unión. El parte indica que la Policía de Investigación localizó en el área dos cámaras del C2 Norte y el C5.

Dos semanas antes, el 5 de septiembre, se reportó que había un lesionado en el interior de un negocio de serigrafía ubicado en Aztecas y Eje 1 Norte. Un hombre que llegó en motocicleta, sin mediar palabra, abrió fuego en siete ocasiones en contra de un sujeto de 32 años de edad. La víctima recibió dos tiros en la frente, uno en el cuello, uno en el tórax y dos más en la espalda.

Se llamaba Sergio Jesús Rodríguez Galán. Le apodaban El Checo o El Brujo. Era hermano de la mujer que 16 días más tarde sería ejecutada en la cocina económica El Tarot de Yaretzi.

Los policías que levantaron los primeros datos informaron a sus superiores que Sergio Jesús Rodríguez Galán se dedicaba al “cobro de piso” en los puestos de Eje 1 Norte y Aztecas, “así como en varios estacionamientos, teniendo problemas con diferentes dirigentes”.

Ambas víctimas eran sobrinos de uno de los dirigentes de comerciantes más poderosos del Centro Histórico: Miguel Galán Ayala, señalado desde hace 20 años como principal distribuidor de discos “pirata” en Tepito e involucrado, según se le acusó entonces, en la falsificación y distribución de marcas de ropa. En el año 2000 Galán contaba con 900 afiliados. Unos años más tarde se le atribuían cerca de tres mil.

“El Centro Histórico es un pueblo grande”, me dijo un funcionario local.

Las versiones comenzaron a correr desde que El Checo fue asesinado en el taller de serigrafía. La que circula entre algunos comerciantes es que el asesinato fue cometido por dos sujetos conocidos como La Madre y El Gato. Según los comerciantes, ambos trabajan para Dylan Jair “N”, El Dylan, jefe de sicarios de Óscar Andrés Flores, El Lunares.

Dylan Jair, quien de acuerdo con el reporte de las autoridades, ha encargado y ejecutado homicidios en las 16 alcaldías, fue detenido en febrero pasado. La versión indica que El Dylan, para comprar su libertad, le mandó pedir una fuerte cantidad al líder de ambulantes, Miguel Galán Ayala, a quien la Unión Tepito cobra piso desde hace tiempo. “No le mandó el dinero y por eso mataron a su sobrino, por no mandar la cuota para sacarlo”.

La segunda versión es que El Checo trabajaba para el líder de extorsionadores de la Unión, Édgar Uriel “N”, alias El Uriel. Aprovechando el debilitamiento de esta organización, intentó formar su propia célula, “y empezó a cobrar de más y a quitar sus puestos a las familias que por años han vendido en Eje 1 y Aztecas”. Cuando El Checo despojó de sus puestos a antiguos comerciantes apalabrados con la Unión Tepito, estos fueron a la cárcel a pedirle ayuda a los jefes del grupo criminal, quienes “simplemente les hicieron el favor”.

En Tepito se dice que la hermana de Sergio Jesús se negó a devolver alguno de esos puestos: “Le hablaron, no entendió, y entonces fueron directamente por ella”.

El gobierno capitalino ha logrado desarticular buena parte de la estructura de la Unión Tepito. Pero los jefes siguen mandando desde la cárcel y la extorsión a comerciantes sigue a todo lo alto. En solo un mes, las ejecuciones han vuelto a teñir de sangre las calles del Centro Histórico: en ese “pueblo grande” las versiones corren, pero no llegan a donde deben llegar, y desde donde es posible parar todo esto: las oficinas de gobierno que se encuentran en el Zócalo capitalino.

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