Es posible que en el gobierno López Obrador haya pocos personajes que se ajusten mejor a la imagen de la izquierda romántica que Jorge Alcocer. El secretario de Salud acumuló por décadas una biografía luminosa y justificada fama en la ciencia y la academia. Quemó esas naves y ahora se halla ante una pesadilla.

La actual administración recibió al sector con enormes contrastes entre instituciones y regiones del país, así como brutales ajustes presupuestales. El ideal de un sistema universal parecía ya muy lejano, pero las cosas se terminaron de complicar por la falta de estrategia clara en Palacio Nacional, a lo que se sumaron recortes draconianos desde Hacienda. Luego llegó la pandemia, que arrasó todo con la fuerza de un incendio.

Con múltiples apuros, la vacunación contra el virus avanza en el país, pero poco o nada es atribuible al sector Salud. Nunca estuvo a la altura de encarar el desafío, las alternativas del tratamiento, la gravedad de las cifras, la exigencia de empatía ante el sufrimiento. La caricatura de funcionario público encarnada por Hugo López-Gatell, y haber nombrado a Juan Antonio Ferrer al frente del Instituto Nacional de Salud (Insabi) compiten entre las peores decisiones de la 4T.

Cuando la epidemia se vaya encontraremos a un sector salud más que nunca en agonía por falta de recursos, con una escasez gigantesca de medicamentos, con trabajadores, pacientes y familias enardecidas. Un Titanic que se hunde mientras los muertos colman el horizonte y la tripulación se culpa entre sí.

Alcocer Varela, de 75 años, está casado con Margarita Castillejos, acreditada investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana e hija de dos legendarios abogados sindicales: Armando Castillejos Ortiz y Adela Salazar, esta última con rango de heroína en la izquierda de los años 60 y 70. La cercanía de esta pareja con otro luchador histórico, Heberto Castillo, resultó ratificada cuando éste prestó su casa para la boda de Jorge y Margarita.

El doctor Alcocer se desarrolló en especialidades ligadas a la reumatología y la inmunología. Es una autoridad mundial en el tratamiento del lupus eritematoso. Eso hizo que una tarde, en su laboratorio del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, recibiera la visita de Asa Cristina Laurell, entonces secretaria de Salud de Andrés Manuel López Obrador, jefe de Gobierno capitalino. Pocos días después se hallaba a cargo del tratamiento de RocíoBeltrán, esposa del tabasqueño. En 2003 ella fue vencida por una agresiva variedad de aquel mal.

“Si Pepe (José) Narro pudo ser secretario ¿por qué yo no?”, declaró Alcocer en julio de 2018, durante una entrevista periodística. Narro, dueño del bagaje político y social que supone haber sido rector de la UNAM, fue engañado por la promesa de Peña Nieto de una revolución en el sector salud. ¿Qué escribirá la historia sobre la promesa de López Obrador a Alcocer Varela?

APUNTES:

Resulta intrigante el reporte, no confirmado oficialmente, de que el presidente López Obrador se reunió la noche del sábado en Ciudad Valles, San Luis Potosí, con Mónica Rangel, quien construyó en esa región la buena reputación que Morena aprovechó para engañarla con la candidatura a la gubernatura del estado mientras en los hechos otorgaba ventaja a su verdadero favorito, Ricardo Gallardo Cardona. Este personaje acumula lo mismo denuncias de la Unidad de Inteligencia Financiera que la más escandalosa pasividad de la Fiscalía General de la República. El caso ofrece un contraste inevitable con el del mandatario tamaulipeco, Francisco García Cabeza de Vaca, y demuestra que en México se sigue utilizando el Código Penal para hacer política.

rockroberto@gmail.com

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