El jueves de la semana pasada, el periodo extraordinario de la Cámara de Senadores entró en receso –hasta el próximo 1 de julio– sin que se haya logrado la aprobación de la figura de revocación de mandato, impulsada por el partido que ostenta la mayoría. La oposición, con acierto, se opuso a la redacción actual del dictamen y, con este esfuerzo, abrió una posibilidad de reconducir un proceso legislativo que podía terminar en el debilitamiento de nuestras instituciones.

La revocación de mandato puede ser un excelente medio para obligar a los gobernantes a realizar un buen trabajo. Pero, mal implementada puede tener consecuencias muy graves para nuestro país. Consecuencias económicas, jurídicas, institucionales, sociales y de toda índole, en el entendido de que en el centro del debate se encuentra, nada más y nada menos, que la gobernabilidad de toda una nación.

Coincidiendo con el debate en la Cámara Alta, la semana pasada participé en los Foros de Parlamento Abierto para el Análisis y Discusión de la Reforma Electoral. Un excelente ejercicio democrático, organizado por la Cámara de Diputados, en el cual participaron expertos de todo el país en materia electoral.

Se aprovechó el foro para tocar el tema de la revocación de mandato y los expertos, de forma unánime, expresaron su rechazo al dictamen que ahora mismo se encuentra en manos de los senadores. Los expertos cuestionaron la redacción, las facultades para convocar, los requisitos, la temporalidad y el número de votos que convierten a la revocación de mandato en vinculante.

El magistrado de la Sala Regional de Guadalajara, Sergio Arturo Guerrero Olvera, reforzó la idea, expresada por muchos, de que tal como está redactado el dictamen, la revocación de mandato podría ser utilizada como pretexto para permanecer en el poder más allá del plazo constitucional, como efectivamente se ha hecho en otros países de la región.

Asimismo, el Licenciado Arturo Ramos Sobarzo, de la Escuela Judicial Electoral, cuestionó la veracidad de que la revocación de mandato fortalezca la democracia participativa en México, ya que en la práctica, sería el propio presidente quien convocaría al ejercicio —en el momento y en la forma que más le convengan—, y no los ciudadanos, como debiera ser si verdaderamente fuera una figura de democracia participativa.

Uno a uno, los participantes del foro fueron exponiendo los argumentos que muchos mexicanos, tanto los que participamos en la política como los que no, compartimos: la revocación de mandato, tal y como está propuesta ahora mismo, sería un paso atrás en nuestra democracia, y una medida que, además de tener claros fines de intervencionismo electoral, puede socavar uno de los principios fundamentales de nuestro Estado: la no reelección.

Es un gran triunfo que los mexicanos tengamos foros de debate político de alto nivel, como el celebrado en la Cámara de Diputados la semana pasada, y que podamos expresar sin miedo y con libertad los argumentos que, con convicción, pensamos que pueden abonar al bienestar de nuestro país. Tanto estos foros, como el flujo abierto de ideas que generan, deben ser preservados y defendidos por todos: de ello depende el futuro de nuestra democracia.

En este sentido, es de suma importancia que la oposición y la mayoría parlamentaria encuentren los caminos de consenso, para eliminar los puntos nocivos de la actual redacción de la revocación de mandato y, a su vez,  fortalecer las bondades, y así legislar una figura democrática que impulse, con solidez, un espíritu democrático maduro, un espíritu de fraternidad, de diálogo y de entendimiento. Lo contrario, sería echar por la borda el sacrificio de tantos y tantos mexicanos que han dado la vida por un México más libre.

Diputado federal por Querétaro

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