Como hemos venido compartiendo la manera en que llegaron los partidos nacionales a la crisis en la que se encuentran, ahora corresponde al PRD. El 21 de octubre de 1988 algunas personas suscribieron un documento llamado “El llamamiento”. Este escrito, meses después, fue la base para la constitución del Partido de la Revolución Democrática en mayo de 1989.

Algunos militantes opinan que, al paso de los años, se impuso la lógica decisoria de las cúpulas de las tribus, que nada tenían que ver con las corrientes políticas; se heredó el clientelismo y corporativismo; y se dio un distanciamiento del movimiento social y de masas, a diferencia del origen, cuando no había ninguna concepción clasista.

En diciembre de 2017, los dirigentes nacionales del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano (MC) acudieron registraron ante el INE, el convenio de coalición “Por México al Frente”, con miras a las elecciones de 2018.

El 1 de julio, el electorado manifestó su desacuerdo y el PRD estuvo en riesgo de perder su registro. Ahora, su representación parlamentaria será mínima. Sin duda es una lección para ellos y para todos. Después de dos décadas de gobernar la Ciudad de México, el PRD pierde el poder del centro político del país, electoralmente, el segundo más grande en cuanto a listado nominal, con 7.6 millones de votantes; el cual ha sido, históricamente, más participativo que el promedio nacional.

En estos días, algunos integrantes de su Comité Ejecutivo Nacional, dijeron que son necesarios los análisis serios, además de una reconciliación social y un “corte de caja”, cuyo resultado también puede ser que el partido no conserve su nombre y siglas.

Como comentamos en otras entregas, el triunfo de Morena apunta a la construcción de una fuerza política hegemónica, como lo fue el PRI, donde la oposición ha quedado muy disminuida.

¿Qué fue lo que cambió en el discurso de AMLO que el pasado 1 de julio obtuvo el triunfo? El discurso no cambió, no es novedoso, los mismos héroes, los mismos villanos, las mismas víctimas. Lo que cambió, lo que hizo que AMLO en 2012 recibiera 16 millones de votos y hoy 30 millones fueron las condiciones de posibilidad de ese discurso.

Ahora bien, ¿qué va a pasar con el PRI? El PRI debe refundarse, tiene una gran oportunidad si deja de ser un partido del siglo XX, y se convierte en un partido del siglo XXI que apueste por la redistribución de la riqueza con base en políticas públicas eficientes, y con una visión moderada de centro-izquierda.

Ya comienzan los movimientos en el PRI, en días pasados René Juárez Cisneros renunció al cargo de Presidente del Comité Ejecutivo Nacional. Estatutariamente, la presidencia la ocupa la Secretaria General del PRI Claudia Ruiz Massieu.

Al rendir protesta, Ruiz Massieu menciona que el 1 de julio recibimos un mensaje: “este PRI con todas sus formas no nos gusta y eso nos obliga a hacer un ejercicio de autocrítica para replantearnos cómo debe ser el partido para ser competitivo en los próximos años. En el tema de la reflexión que está convocando al partido en unos días instalaremos una comisión que puede ser muy incluyente y representativa, en donde los militantes puedan expresarse”.

Este ejercicio debe ser amplio, incluyente, plural y capaz de dar cabida a la expresión de quien lo desee. Ningún integrante de la dirigencia, ni de sectores, ni de organizaciones debe coordinar estos trabajos. Militantes deben estar al frente de esta comisión, con reconocida capacidad y pertenencia al partido.

Es indispensable que la militancia se exprese de manera abierta y libre sobre la percepción que tiene de los resultados electorales, del trabajo de la dirigencias y los priistas que tienen o tendrán un cargo de elección popular.

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