La reducción en el crecimiento de la economía mexicana no tiene como explicación principal el entorno global. La moderación en las expectativas se debe al manejo que ha tenido el gobierno mexicano sobre la política hacendaria.

Si bien, en el futuro, podrían asomarse amenazas internacionales, durante la primera mitad de este año ese escenario jugó a nuestro favor.

Tal como recién reportó el Fondo Monetario Internacional (FMI), las economías avanzadas mostraron un desempeño positivo durante este periodo, el cuál, no obstante, podría haber sido mejor sin las tensiones comerciales entre China y los Estados Unidos.

Con todo, el conjunto de ambas circunstancias favoreció a México: por un lado, el pleito entre los dos colosos hizo que nuestro país rebasara a China como socio comercial de los Estados Unidos y, por el otro, dada la pujanza de la economía estadounidense, se multiplicó la demanda hacia los productos mexicanos.

Mientras las exportaciones industriales crecieron en casi un 8%, las agroalimentarias alcanzaron un aumento del 5%.

La exportación sigue siendo la principal locomotora de la economía mexicana. Sin ella habrían sido desastrosos los números ofrecidos por la Secretaría de Hacienda en su más reciente informe trimestral sobre la situación económica.

Sin embargo, contrasta la buena estrella con una caída grave en los sectores de la construcción, la minería y los servicios.

Un análisis riguroso sobre las razones de este desempeño conduce a poner la lupa sobre las decisiones gubernamentales.

El sector mexicano de la construcción se encuentra en recesión. Durante los últimos tres trimestres ha mostrado una caída sostenida. En comparación con el mismo periodo durante el año pasado, la facturación de esta industria se contrajo en un 5% y se perdieron empleos en una proporción similar.

Cabe destacar que no es el sector privado de la construcción el que frenó las inversiones. Según datos del CEESCO, en el último semestre la inversión privada en obra civil se incrementó en un 6.3%, con respecto al mismo periodo en el 2018.

Contrasta esta cifra con una caída estrepitosa de la inversión pública en el ramo de la construcción. Según la misma fuente, el gobierno mexicano —en todos sus niveles— redujo su participación en casi un 20%.

Este dato quizá sea el más importante para comprender la desaceleración general de la economía mexicana: el subejercicio en el gasto público dedicado a la inversión fija es la brida que frena al caballo.

En efecto, los resultados mediocres observados por la SHCP en su reciente informe no se deben al desempeño de la economía internacional, sino a las decisiones que se han tomado internamente.

Dicho subejercicio del gasto público encuentra su origen en el cambio de las políticas relativas a las adquisiciones y licitaciones.

A su vez, la explicación política del subejercicio se relaciona directamente con el combate a la corrupción emprendido por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

No era posible corregir los mecanismos dispuestos para el gasto en obra pública sin revisar al mismo tiempo el funcionamiento ineficiente y corrupto de la inversión gubernamental.

O dicho de manera coloquial: no era posible cambiar la llanta del carro con el vehículo andando.

Pero la inactividad no puede durar más; sin desatender el reclamo relacionado con la corrupción, el desafío para el segundo semestre será echar a andar la inversión fija y la obra pública.

El otro sector que merecería preocupación presidencial es el minero. En conjunto, este motor de la economía perdió potencia, en lo que va de este año, en casi un 7 por ciento. La minería mexicana también estaría entrando en recesión.

Distintas son las variables que explican tal resultado, pero destaca una reducción sensible en las inversiones para exploración de nuevos proyectos. A su vez, esta situación se explica por la falta de certeza jurídica y la inseguridad que afectan el día a día de las empresas mineras.

Si el gobierno quiere revertir la tendencia decreciente de la economía va a requerirse una relación más estrecha con las firmas mineras nacionales e internacionales que, de plano, no confían en las condiciones imperantes para su negocio en tierras mexicanas.

Zoom: la mala noticia es que la economía mexicana camina a medio gas; la buena es que el remedio está en las manos del habitante de Palacio Nacional.

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