Hoy se conmemora el Día Nacional de la Libertad de Expresión, una fecha significativa que nos recuerda la importancia de proteger, garantizar y alentar tan importante derecho humano. La libertad para expresar nuestras ideas, acceder a información y compartirla por los diversos medios a nuestro alcance, es fundamental para toda democracia.

Parte de los aspectos que impulsaron a la Revolución Mexicana fue el reclamo por leer y escribir libremente. En esa época, el dictador Porfirio Díaz era implacable con su lema: pan o palo. Hombres como los hermanos Flores Magón tuvieron muy claro el sentido de esas palabras. No obstante, el derecho a la libertad de expresión ha vivido siempre bajo la sombra del temor y la mordaza que cae sobre los comunicadores. La historia del periodismo es prueba de ello. Una historia trágica, llena de sangre y lágrimas.

Y no solo lo digo por los 153 periodistas asesinados en los últimos 22 años, ni por los cientos de periodistas que viven el exilio forzado, víctimas de la persecución para ellos y sus familias en represalia por su trabajo, ni tampoco por los cientos de atentados que han sufrido medios de comunicación o la descalificación orquestada desde el oficialismo; sino también por todas aquellas personas, hombres y mujeres que, a lo largo de la historia perdieron la vida por ejercer su derecho básico de libertad.

La situación en nuestro país es grave. La persecución hacia el periodismo, sobre todo el crítico es latente. Tan es así que se han prendido los focos rojos en el plano internacional. Prueba de ello fue el comunicado emitido por Michelle Bachelet, alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que dirigió una carta al Secretario de Relaciones Exteriores de México con diversas propuestas sobre las temáticas que en materia de derechos humanos resultan más urgentes atender; así como el pronunciamiento público que hizo el gobierno de   Estados Unidos, donde pidió a México emprender acciones urgentes para detener la matanza de periodistas.

No obstante, el gobierno federal hace oídos sordos y minimiza el fenómeno, atribuyéndolo al crimen organizado o a conflictos locales; olvidando que en lo que va de esta administración han muerto más de 33 periodistas y el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, está bajo su jurisdicción.

No es posible que seamos el país más peligroso en el mundo para ejercer el periodismo, superior incluso que naciones en guerra, como Ucrania.

Por ello, el día que hoy conmemoramos no es solo para recordar que tenemos un derecho internacional y constitucionalmente reconocido, sino para que exijamos respeto; respeto a quienes buscan la verdad, a quienes son críticos y certeros en sus observaciones, a quienes con la fuerza de la pluma y la palabra rompen las barreras del secretismo, la corrupción y la impunidad.

Porque una libertad que no se ejerce plenamente, no es libertad, es una quimera.

Por todo esto, hoy 7 de junio, quiero felicitar y solidarizarme con todas y todos aquellos que hacen del periodismo una gran profesión y que ponen su trabajo al servicio de la gente.

Por supuesto, agradezco a EL UNIVERSAL Querétaro, por la oportunidad que me da de ejercer uno de los derechos más valiosos que tengo y que deseo podamos ejercer todas y todos plenamente… la libertad de expresarnos.

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