Respetar la liturgia del PRI, así lo dijo el presidente de la República Enrique Peña Nieto hace unos días cuando convocó, en Los Pinos, a un grupo de periodistas para hablar de manera franca sobre varios temas de la agenda nacional, particularmente, sobre las acciones emprendidas luego de los sismos del 7 y 19 de septiembre.

Definir al PRI como una religión podría sonar exagerado para muchos, sin embargo, una militancia partidista es, en el fondo, muy similar a un dogma de fe, se basa en valores únicos e inviolables, cuasi sagrados, congrega a un grupo de personas que piensan igual, que buscan fines similares y que conforman esta especie de cofradía donde comparten por igual éxitos y fracasos, vergüenzas y orgullos.

Peña Nieto, en el uso de un lenguaje muy priísta, muy tradicional, usó la metáfora para definir la manera cómo debe elegirse al candidato presidencial del partido, y es que desde su fundación, hace 88 años, en 1929, siendo aún el PNR, esa religión hoy llamada PRI ha utilizado el tradicional dedazo y la figura del tapado para elegir al “sucesor”, una especie de monarquía enmarcada en rituales añejos pero, de alguna manera, vigentes para los tricolores en pleno siglo XXI.

Sin embargo, con todo y lo profundo de las tradiciones, hoy día, en pleno 2017, es factible que la decisión de respetar la liturgia sea también un arma de doble filo, ya preparan sus armas los rebeldes del partido ante la posibilidad de la designación de un candidato no priísta. ¿Cuánto valen en votos esos rebeldes políticos de café?, a ciencia cierta no lo sabemos, no hay un cálculo exacto, ni siquiera una aproximación más o menos certera, pero ante la sensación de una traición, igual que en las élites de las religiones, existen reacciones con puñaladas en la espalda que algunas veces son mortales y terminan en un cisma.

Manlio Fabio Beltrones, viejo lobo del PRI, dijo hace unos meses en una entrevista que el partido debía doblarse hacia la izquierda y no hacia la derecha. Argumentaba usando esos principios inalienables del partido y quizá, en el fondo, terminaba por vaticinar el rompimiento del que fue por mucho tiempo un aliado de facto de los priístas: el PAN, hoy con una fractura interna que se antoja insalvable y que conlleva a un escenario de segmentación del voto para 2018.

¿Y a dónde se irán esos políticos rebeldes tricolores que pudieran sentirse ofendidos?, evidentemente no al PAN, máxime si pensamos que a la mayoría del PRI lo conforman organizaciones obreras, campesinas y que tradicionalmente han sostenido una ideología mucho más apegada a la izquierda que a la derecha. ¿Será, acaso, que una mala decisión podría terminar por apoyar a Andrés Manuel López Obrador?

Queda claro que se respetará la liturgia del partido, es el derecho de toda organización elegir como le venga en gana a sus candidatos, es la esencia de la libertad de manifestación y, ahí, Peña Nieto se juega todo, se juega la historia.

DE COLOFÓN.— Las manifiestaciones en Benito Juárez son convocadas por miembros de Morena, concretamente un diputado y algunos aspirantes a la boleta del siguiente año. No sorprende, pero, ¿neta van a lucrar con la tragedia?

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