Requiem aeternam dona eis domine,
et lux perpetua luceat eis

(Dales, Señor, el descanso eterno
y brille para ellos la luz eterna)

Además de que el año pasado México fue considerado uno de los lugares más peligrosos para los periodistas por trabajar en un entorno de violencia y corrupción -17 asesinados tan solo en lo que va del gobierno de Andrés Manuel López Obrador-, habrá que sumar lo que ocurre ahora.

La pandemia de Covid-19 es un fenómeno que ha cobrado la vida de personas de distintas latitudes, actividades, trabajos, profesiones, oficios, ideologías y religiones. Y poco se habla de comunicadores que han sucumbido ante el llamado Coronavirus SARS-CoV-2.

Esta realidad merece una reflexión, aunque tenga que ser breve.

Conviene recuperar la información difundida por la agrupación Artículo 19, conocida por promover la libertad de expresión y el acceso a la información. De acuerdo con esta organización,  México es el tercer país del mundo con más periodistas muertos a causa de esta enfermedad. Conforme a su registro, de abril de 2020 al 19 de enero del presente año, se han registrado 82 decesos: 73 hombres y 9 mujeres. Gracias a la labor periodística, la sociedad se ha estado informando -entre otros muchos asuntos- del conjunto de medidas preventivas ante la crisis sanitaria. Se trata de una vocación nunca apreciada en su justa valía, con un rol esencial e imparable y altos niveles de riesgo debido a su exposición.

“La seguridad de periodistas, trabajadoras/es y personas comunicadores –señaló Artículo 19- está particularmente en riesgo, porque se encuentran en las primeras líneas para informar. Muchas personas periodistas han fallecido por falta de medidas de protección adecuadas al realizar su trabajo”.

Asimismo, resulta oportuno retomar una de los pronunciamientos de António Guterres, secretario general de la ONU, en cuanto a que  “los periodistas y los trabajadores de los medios de comunicación de todo tipo son cruciales para ayudarnos a tomar decisiones informadas. En una pandemia, esas decisiones pueden salvar vidas. Ahora más que nunca –agregó-, necesitamos que los medios de comunicación documenten lo que está sucediendo; que diferencien entre los hechos y ficción; y hacer que los líderes rindan cuentas”.

La problemática expuesta suele extenderse a lo largo y ancho de nuestro territorio, incluyendo a Querétaro donde -en medio de la propagación de contagios-,  también han muerto periodistas en torno a los mismos afanes y como consecuencia de la pandemia. La pena ha enlutado a sus familiares y amigos, y a quienes valoran el periodismo  y los periodistas en cuanto al derecho a la información y el bien común.

Ojalá exista conciencia sobre sus aportaciones con relación a la vida y la salud de todos -a través de su trabajo cotidiano-, particularmente en este contexto de emergencias y tragedias humanas.

Decía Gabriel García Márquez que “en la carrera en que andan los periodistas, debe haber un minuto de silencio para reflexionar sobre la enorme responsabilidad que tienen”. Cierto, sobre la responsabilidad, pero ahora también sobre las ausencias a causa de un enemigo peligroso e invisible que sólo podrá derrotarse con un compromiso común.

Con respeto, afecto y solidaridad: un minuto de silencio ante la pérdida de periodistas, tristes hechos que debemos lamentar. Descansen en paz.

Consultor en comunicación y especialista en diagnósticos de crisis de  institucional

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