El primero de julio del año pasado, fueron electos la mayoría de los servidores públicos que hoy desempeñamos un cargo en alguna institución del Estado. Algunos tomamos posesión desde octubre de ese mismo año, otros lo hicieron hasta diciembre. Sea cual sea la situación de cada uno, la Constitución General de la República nos obliga a rendir cuentas frente a la representatividad que nos otorgaron los ciudadanos.

La manera como cada servidor público cumpla ese mandato es decisión propia y personal; sin embargo, en las últimas décadas ha quedado claro que las mexicanas y los mexicanos están cansados del informe de cuatro horas de duración, en el que sólo estén sentados escuchando cifras y cifras.

Aquellos tiempos faraónicos en que el mensaje del presidente de la República paralizaba al país, han quedado atrás. La realidad es que actualmente, ese tipo de eventos no atraen la atención ni el interés de la población. Al contrario, repelen la participación ciudadana y su inclusión en el quehacer público.

Y es que la ciudadanía, más que discursos, exige resultados. Sin duda, en estos días algunos optarán por ese formato de informe clásico, en un recinto elegantemente adornado, cómodo, con bombo y platillo y frente a sus incondicionales o aliados. Otros se inclinarán por formatos más abiertos al estilo anglosajón, con escenarios movibles, propios de un “reality show” y, algunos más, optarán mejor por no hacer nada, bajo el manto de una supuesta austeridad y sobre todo porque no son tiempos electorales.

En mi caso particular, la suscrita opté por algo distinto, acercarme directamente a las ciudadanas y ciudadanos. Puerta por puerta, les entregué la información de las principales acciones emprendidas en mí primer año de gestión y recibí, tanto muestras de afecto y solidaridad, como también propuestas, sugerencias y críticas, siempre en sentido positivo.

En estas últimas semanas, me quedó claro que la población está ávida de participar, involucrarse en el quehacer público y mejorar su comunidad; sin embargo, resulta latente el divorcio entre sociedad y gobierno, pues el reclamo más habitual fue la lejanía de los políticos, que sólo se acercan cuando vienen campañas.

En lo personal, agradezco la apertura de aquellos que me recibieron en sus hogares y me brindaron la oportunidad de conocerlos, así como la cercanía que hubo en este ejercicio, donde prevaleció la interacción y el intercambio de ideas. Sea cual sea el mecanismo, lo importante es que no perdamos ese ejercicio, pues la rendición de cuentas es un pilar fundamental para la construcción de cualquier estado democrático. Considero que es responsabilidad de todos nosotros, como servidores públicos, acercarnos a la ciudadanía y hacerles llegar las acciones emprendidas y los resultados obtenidos, pues son las y los mexicanos quienes deben evaluar nuestro desempeño. Pues como coloquialmente se dice: cuentas claras, amistades largas.

Diputada local del PRI @AbigailArredondoRamos @AbiArredondo

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