Recordando con enorme sentimentalismo aquella obra de mi abuelo Francisco Arellano Rendón, sobre los postulados políticos y jurídicos de México, me nace la duda sobre la verdad que rodea aquellos pensamientos de Don Miguel Hidalgo y Costilla; un cierto grupo de expertos afirma que no estamos hablando de la misma persona que se relata en aquellos textos que nos fueron proporcionados a lo largo de la educación básica. El Arzobispo Lizana le manifestaba a los feligreses lo siguiente: “Hijos míos, no os dejéis engañar; el cura Hidalgo, procesado por hereje no busca vuestra fortuna, sino la suya. Ahora os lisonjea, con el atractivo de que os dará la tierra: No os la dará y os quitara la fe. Os impondrá tributos y servicios personales”.

En los Archivos del Tribunal del Santo Oficio, se llegaron a suscitar en aquella época, acusaciones en contra de Hidalgo, por adentrarse en posturas que presuntamente criticaban a la Iglesia y temas que se estimaban de fe.

Citando a Fray Ramón Casaus en referencia al caudillo insurgente: “que le había oído hablar mal de las religiones y principalmente de nuestro gobierno, que se lamentaba de la ignorancia en que estamos y vivimos”

Libertad, Igualdad y Fraternidad, tres aspectos que definieron la Revolución Francesa, los cuales fueron adoptados por Hidalgo aún antes de la independencia mexicana, siempre defensor de las causas justas para la clase social desprotegida, velaba por una repartición de tierra más equitativa, totalmente revolucionario.

En una política de inclusión, dicho caudillo promovía un juicio de igualdad entre esclavos y españoles, se buscaba la libertad; la voluntad de la autoridad española se hacía valer de cualquier manera, quien estuviera en contra de lo dictaminado, el poder eclesiástico ejercía un acto de excomunión, para esto, con la astucia característica de Hidalgo, respondía a tal abuso: “Abrid los ojos, no os dejéis seducir, ellos no son católicos, su único dios es el dinero y sus conminaciones sólo tienen por objeto la opresión. ¿Creeis, acaso que no puede ser verdadero católico el que no está sujeto al déspota español? ¿De dónde nos ha venido este nuevo dogma, este nuevo artículo de fe?”.

El Grito de Dolores, no es más que la afirmación de un México que estaba por imaginarse lo anhelado; es orgullo nacional constatar la riqueza cultural que nos han heredado los forjadores de este país.

El devenir histórico nos ha dado un porque de lo que somos ahora. Es menester seguir contribuyendo a la soberanía, respetando el goce integro de los derechos y sobre todo, abonar a la construcción de la nación sin prácticas deshonestas y deshonrosas.

Historiadores han adoptado rasgos que definían la esencia del precursor de la Independencia de México, algunos abogan en que no era una figura a seguir, que la secuencia de sucesos fue distinta, que la historia no es como fue estructurada. Sin embargo, existe total libertad de opiniones sobre la verdadera actuación de este personaje, que al pasar de los años sigue siendo recordado por cada estudiante que pasa por un aula, cada mexicano recuerda el nombre de Miguel Hidalgo.

Versiones hay muchas, pero considero atribuirle reconocimiento a quien merece. Líderes que buscan un equilibro en la balanza que se inclina por la desigualdad y la injusticia, tal como el emblemático caudillo, deben ser recordados.

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